Es bien concoido que aunque las plantas no tienen un sistema nervioso central y no pueden llorar como los seres humanos o los animales, sí pueden experimentar estrés y reaccionar a su entorno de varias maneras.
Por ejemplo, cuando las plantas se enfrentan a condiciones adversas, como la falta de agua, la exposición a temperaturas extremas o la presencia de plagas, pueden activar mecanismos de defensa y producir hormonas de estrés, como el ácido abscísico. Estas hormonas ayudan a las plantas a adaptarse a su entorno y protegerse de los daños.
Además, algunas investigaciones sugieren que las plantas pueden liberar compuestos volátiles cuando se enfrentan a situaciones estresantes, como el daño por insectos o enfermedades. Estos compuestos pueden servir como señales para alertar a otras plantas cercanas y prepararlas para enfrentar el mismo estrés.
Lo que no se había demostrado hasta ahora es que según los hallazgos de un nuevo estudio de la Universidad de Tel Aviv, las plantas de tomate y tabaco demostraron la capacidad de llorar cuando se cortaron o deshidrataron bajo observación dentro de un invernadero.
Además en un comunicado de prensa indicaron que las plantas suelen emitir sonidos cuando están bajo estrés y que cada planta y cada tipo de estrés está asociado con un sonido identificable específico. Si bien son imperceptibles para el oído humano, los sonidos emitidos por las plantas probablemente puedan ser escuchados por varios animales, como murciélagos, ratones e insectos… y también por otras plantas.
Si bien los humanos solo podemos escuchar hasta 16 kilohercios, los micrófonos ultrasónicos colocados a unos 10 centímetros de las plantas en el estudio captaron sonidos en frecuencias que oscilan entre 20 y 250 kilohercios. Utilizando algoritmos avanzados de inteligencia artificial, se analizaron las grabaciones y se distinguieron las plantas en función de los sonidos únicos que emiten.
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Aunque pueda resultar difícil de cree que una lechuga pueda llorar no creo que a nadie sorprendan los resultados de una investigación que afirma que «las abejas son sensibles» y tienen emociones, sueños e incluso trastorno de estrés postraumático