Continuando con la noticia de ayer mismo en la que comentábamos que empieza a afianzarse la idea de que los coches del futuro serán eléctricos y no los de hidrógeno me acuerdo de algo que comentamos hace un par de años aquí mismo.

En aquél momento recordábamos una Conferencia que nos impactó en un Centro de Investigación privado español muy importante. En ella, Rosa Palacín, probablemente la mayor experta en el tema en España (y en Europa) sobre el desarrollo de baterías para el coche eléctrico, nos comentaba que “comparar el desarrollo de baterías con el de los ordenadores deberíamos hacerlo con el desarrollo de fármacos y no utilizar la famosa Ley de Moore aplicable al mundo de la electrónica”.

Ahora todo ha cambiado y el desarrollo de las vacunas anti-COVID en un tiempo record nos hace confiar en que se estén consiguiendo desarrollos en baterías a un ritmo que nos habría podido parecer increíble hace pocos años.

Por ejemplo, en la Universidad Tecnológica de Sídney se ha diseñado una sustancia química para potenciar el rendimiento de las baterías de litio-oxígeno con el fin de que los vehículos eléctricos tengan la misma autonomía que los de gasolina.

Las baterías de litio-oxígeno son capaces de alcanzar una muy alta densidad de energía y además, el oxígeno que necesitan lo pueden tomar del aire que nos rodea.

Sin embargo, hasta la fecha esas y otras de sus ventajas se han visto contrarrestadas por problemas como su baja capacidad de descarga, su modesta eficiencia energética y efectos químicos adversos durante su funcionamiento.

El nuevo compuesto químico (PDI-TEMPO) puede resolver todos esos problemas de forma simultánea y además ha hecho posible desarrollar una batería de litio-oxígeno de larga duración y muy alta eficiencia energética.

La nueva batería de litio-oxígeno presenta una capacidad de descarga 46 veces mayor, y una vida útil ultralarga, superior a 1400 ciclos, entre otras mejoras con respecto a las demás baterías de su tipo.