Casi seguro que no fuimos los únicos que el pasado mes de mayo dedicamos un tiempo a mirar el cielo nocturno de nuestras ciudades a ver pasar los satélites de Starlink, compañía de Elon Musk.

Durante el día los satélites pasan desapercibidos debido a la claridad natural, pero si alguno de los trenes de satélites cruza por la noche el espectáculo está asegurado. A diferencia de los otros satélites que son invisibles al ojo humano desde la Tierra, los de Starlink brillan y se mueve velozmente en el firmamento a simple vista. No es necesario siquiera la eliminación total de la contaminación lumínica… aunque ellos por su parte dificultan la visión de planetas y estrellas lejanas por lo que no son muy bien vistos por astrónomos, etc.

Sin embagro y según se acaba de publicar en la revista Science, en base a experiencias previas con los satélites de Orbcom e Iridium Communications, logrando usarlos para la localización, el equipo de la Universidad de Ohio ha usado un pequeño receptor para leer las ondas electromagnéticas que envían dichos satélites.

Algo a tener en cuenta es el efecto Doppler que se crea por el movimiento (relativo) del propio satélite, por el cual las ondas se alargan o comprimen. Un efecto que explica la deformación del sonido que percibimos cuando oímos la sirena de una ambulancia y percibimos un cambio a medida que se acerca o se aleja.

Este efecto es lo que han usado para calcular la ubicación en la superficie terrestre, logrando un margen de error de 10 metros lo que no difiere mucho de la conseguible con los GPS (e incluso peor de la que debería darnos la constelación europea de Galileo) pero sin tantas limitaciones de cobertura. Por otra parte, a medida que vaya poblándose el espacio con los miles de pequeños satélites que está previsto desplegar en los próximos años … seguro que con su ayuda se conseguirá mejorar de forma sustancial la localización.

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