Es bien conocido que las baterías de litio no son inocuas para el planeta. La extracción de este mineral escaso supone un problema ecológico, pero también el reciclaje de las baterías, que no es nada sencillo.

Las baterías de los coches eléctricos son el gran problema, no sólo porque sean pesadas, caras y lentas de cargar, también porque están hechas con materiales que escasean mucho más que el petróleo y, sobre todo, porque sus residuos son muy contaminantes.

Actualmente, el proceso de tratamiento de las baterías de ión de litio como residuo es muy caro y apenas se recuperan el 50% de los componentes de las mismas, llegando hasta el 80% en el mejor de los casos. Además, el procedimiento para recuperar esos materiales es altamente contaminante y emite muchísimo CO2.

De ahí el interés del anunciao de BASF sobre el montaje en Alemania de una nueva planta de reciclaje de baterías..

El prototipo de planta de reciclaje permitirá el desarrollo de procedimientos operativos y la optimización de la tecnología para obtener un rendimiento superior de litio, níquel, cobalto y manganeso de las baterías de iones de litio al final de su vida útil, así como de material fuera de especificación de los productores de células y de material para baterías. Con el rápido crecimiento previsto del mercado de los vehículos eléctricos, el reciclaje proporciona un acceso competitivo y sostenible a los metales relevantes para los materiales activos de los cátodos. Los metales extraídos se utilizarán para producir nuevos materiales activos de cátodo y permitirán una economía circular para la cadena de valor de las baterías.

El reciclaje de las baterías es un importante requisito del mercado a largo plazo en el mercado de los vehículos eléctricos para reducir su huella de carbono, así como para cumplir con las medidas políticas más estrictas, previstas en el Reglamento de Baterías de la UE propuesto, incluyendo las eficiencias de reciclaje y los objetivos de recuperación de materiales para el níquel, el cobalto y el litio.