AWS, Google (y últimamente Azure de Microsoft) son los mayores proveedores de servicios en la nube y que están creciendo sin parar. Resultan atractivos a empresas por cuanto permiten despliegues rápidos y flexibles sin necesidad de hacer grandes inversiones en equipos que solo necesitarás en momentos puntuales aparte de que se te quedarán obsoletos antes de tener amortizada la inversión.

Otra de sus principales ventajas respecto al uso de sistemas “On-premise” es su seguridad (al menos teórica) por cuanto los servidores en la nube están replicados en diferentes lugares “asegurando” su disponibilidad total… hasta que se caen, claro.

Por ejemplo si el pasado mes, AWS nos asustó con la caída de su sistema el lunes 14 Google hizo lo propio dejando de funcionar muchos de sus servicios durante unas horas ,,, y parecía que el fin del mundo estaba cerca.

Aparte de los numeroso perjudicados hubo algunos efectos colaterales curiosos.Hubo muchos usuarios cuyos aspiradores “roomba” dejaron de funcionar, con la consiguiente acumulación de polvo y acaros en el suelo de los afectados.

Incluso parece que algunos usuarios tuvieron problemas para utilizar unos timbres de Amazon… o de Googla. Imaginamos que los afectados en este caso no tuvieron más remedio que llamar golpeando la puerta.

La inevitable reflexión de una situación como ésta debería ser que cualquier dispositivo que se conecte a la red tenga por diseño un modo de funcionamiento offline que permita realizar las funciones básicas.

Como usuarios finales, esto es algo que deberíamos verificar siempre que utilicemos tecnologías de este tipo … y, por si acaso, tener copias de seguridad de tus documentos importantes en discos duros o NAS en tu caso, por lo que puedira pasar ¿verdad Perico / Alifático?