Investigadores del ETH Zurich, en Suiza, han desarrollado un innovador material impreso en 3D capaz de capturar dióxido de carbono del aire, crecer y autorrepararse, imitando el comportamiento de los organismos vivos. Este avance combina un hidrogel especialmente formulado con cianobacterias fotosintéticas, de forma que el material no solo se comporta como un sumidero de carbono, sino que también puede regenerarse y adaptarse a su entorno. La tecnología, además de aspirar a reducir la huella de carbono, podría aplicarse a construcciones y elementos arquitectónicos sostenibles, transformando radicalmente el modo en que concebimos la edificación y el urbanismo del futuro. Con esta propuesta, la ciencia suiza nos acerca a una nueva generación de materiales vivos, capaces de interactuar con el medioambiente de manera activa y contribuir a combatir el cambio climático de forma práctica y eficiente.

Inspiración biológica para una arquitectura viva

El punto de partida de este sorprendente desarrollo fue observar cómo actúan los organismos vivos, en especial las algas y bacterias fotosintéticas, para captar CO₂ y transformarlo en oxígeno o biomasa. En el caso del ETH Zurich, el equipo dirigido por el profesor Mark Tibbitt seleccionó cianobacterias, conocidas por su capacidad de realizar fotosíntesis incluso en condiciones de luz escasa. Estas bacterias se integraron en una matriz de hidrogel impresa en 3D, diseñada para mantenerlas vivas y funcionales durante largos periodos. Así, el material no solo actúa como soporte, sino que facilita la actividad biológica continua. Inspirarse en la naturaleza para diseñar sistemas constructivos con capacidades de absorción de carbono y regeneración autónoma supone un cambio radical de paradigma, que podría impulsar una nueva arquitectura viva, más respetuosa con el medioambiente.

La impresión 3D como motor de precisión y sostenibilidad

Uno de los factores clave de este avance radica en la utilización de tecnologías de bioimpresión 3D. Gracias a ellas, los investigadores han podido distribuir de forma precisa las cianobacterias dentro de la matriz de hidrogel, optimizando su exposición al CO₂ ambiental y a la luz, así como el intercambio de nutrientes. Esta precisión sería muy difícil de lograr con métodos tradicionales, y abre la puerta a diseñar estructuras complejas con funciones específicas, desde paneles de fachadas hasta sistemas de ventilación. La bioimpresión permite no solo fabricar estos materiales de forma sostenible, sino también adaptarlos a las necesidades de diferentes espacios arquitectónicos o urbanos, maximizando su capacidad para capturar carbono. Además, la versatilidad de la impresión 3D facilita la integración de esta tecnología en procesos industriales, haciendo viable su futura producción a gran escala.

Un material que crece, respira y se autorrepara

A diferencia de otros materiales diseñados para la construcción, este nuevo compuesto tiene la extraordinaria capacidad de crecer y regenerarse, gracias a la actividad constante de las cianobacterias fotosintéticas que alberga. Cuando alguna parte del material sufre daños, las bacterias pueden contribuir a repararlo generando nueva biomasa, manteniendo la integridad y funcionalidad de la estructura. Además, su capacidad para fijar dióxido de carbono durante meses —incluso más de un año en pruebas de laboratorio— convierte a este material en un auténtico aliado contra el cambio climático. Al comportarse casi como un organismo vivo, el compuesto no solo forma parte del entorno urbano, sino que interacciona con él, contribuyendo a mejorar la calidad del aire y reduciendo la concentración de gases de efecto invernadero.

Retos, oportunidades y un futuro prometedor

A pesar de los avances, este material plantea todavía algunos desafíos antes de su implantación masiva. Será necesario estudiar su resistencia a la intemperie, la estabilidad ante la contaminación urbana y la capacidad de las bacterias para sobrevivir en condiciones extremas. También queda pendiente evaluar cómo mantener la funcionalidad del sistema durante años fuera de ambientes controlados. Sin embargo, el potencial de este invento es enorme: desde paneles de edificios que purifican el aire, hasta estructuras urbanas capaces de absorber el CO₂ como un bosque en miniatura. La tecnología desarrollada en el ETH Zurich ofrece un nuevo horizonte para repensar la sostenibilidad en la arquitectura y la ingeniería civil, integrando la vida como parte de los materiales constructivos. Si los retos técnicos se superan, podríamos estar ante el inicio de una auténtica revolución en el modo de construir y habitar nuestro entorno.

Conclusión

Este material impreso en 3D con cianobacterias del ETH Zurich representa un salto revolucionario hacia una arquitectura viva y sostenible, capaz de interactuar de forma activa con el medioambiente. Con su capacidad para capturar CO₂, generar biomasa y autorrepararse, abre la posibilidad de transformar edificios y espacios urbanos en auténticos sumideros de carbono. Aunque todavía requiere superar retos de durabilidad y adaptación al exterior, esta tecnología podría marcar un antes y un después en la lucha contra el cambio climático, demostrando que la inspiración en la naturaleza sigue siendo una vía esencial para innovar de forma responsable.

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