En el mundo del hardware personalizado, la creatividad y la funcionalidad no siempre están reñidas. Un claro ejemplo es el trabajo del creador conocido como [Basically Homeless], que ha logrado integrar un ordenador completo en el asiento de una silla de oficina. No solo ha conseguido un diseño limpio y libre de cables a la vista, sino que además ha aprovechado el calor residual del sistema para convertir la silla en un asiento calefactable. El resultado es una fusión inusual entre mobiliario de oficina y potencia informática, ideal para quienes desean ahorrar espacio sin renunciar al rendimiento.

El proyecto, que ha llamado la atención por su ejecución técnica y estética, forma parte de una tendencia creciente de sistemas informáticos integrados en lugares poco convencionales. Desde PCs embebidos en acuarios hasta aquellos insertados en consolas de videojuegos retro, estos experimentos técnicos no solo desafían los límites del diseño, sino que también abren nuevas posibilidades para entornos personalizados, silenciosos y funcionales. En este artículo analizamos los detalles técnicos del PC en silla, su comportamiento térmico, sus implicaciones en ergonomía, y lo comparamos con otros diseños igualmente poco ortodoxos que demuestran que el futuro del hardware es tan sorprendente como variado.

Un PC debajo del culo: la configuración técnica al detalle

Lo que aparentemente es una simple silla de oficina oculta bajo su asiento un ordenador completo de altas prestaciones. La estructura fue modificada añadiendo separadores de aluminio de 50 mm para crear un espacio lo suficientemente amplio como para alojar una placa base Mini-ITX, un procesador AMD Ryzen 7 9800XD de última generación, 64 GB de memoria DDR5 y una tarjeta gráfica NVIDIA RTX 4060. Todo ello conectado a través de un cable riser PCIe que permite posicionar la GPU en paralelo al asiento, y alimentado por una fuente SFX de formato reducido.

Uno de los aspectos más relevantes es la gestión térmica. Dado el escaso volumen de aire disponible bajo el asiento, se recurrió a ventiladores silenciosos y conductos impresos en 3D para guiar el flujo de aire caliente hacia las zonas laterales de la silla. Aun así, una parte significativa del calor generado por el sistema termina disipándose directamente hacia el asiento, calentando de forma natural el cojín donde se sienta el usuario. En pruebas realizadas durante sesiones de juego intensas, la temperatura de la superficie del asiento llegó a alcanzar los 38 °C tras una hora, lo que lo convierte en una fuente de calor perceptible, aunque no abrasiva.

Diseño sin cables y estética limpia: ventajas y retos

Una de las principales motivaciones detrás de este diseño es la eliminación de los cables visibles y el ahorro de espacio. Integrar el PC en la silla permite dejar el escritorio completamente libre para pantallas, periféricos y documentos, además de facilitar la movilidad en entornos de trabajo reducidos. El resultado es visualmente impactante y muy limpio, especialmente en setups orientados al streaming o el trabajo desde casa.

Sin embargo, este enfoque no está exento de inconvenientes. La ubicación del hardware complica notablemente las tareas de mantenimiento. Cualquier intervención sobre la RAM, la GPU o el almacenamiento requiere desmontar la base de la silla, lo que puede ser engorroso para usuarios sin experiencia. Además, al estar tan cerca del cuerpo humano, la acumulación de polvo y pelusas de ropa en los ventiladores puede ser mayor, por lo que se recomienda una limpieza frecuente.

Calor humano y calor electrónico: consideraciones sobre salud y ergonomía

El efecto secundario más curioso de este diseño es el calor generado por los componentes electrónicos, que convierte la silla en una especie de asiento térmico pasivo. Si bien esto puede resultar agradable en invierno, se convierte en un inconveniente potencial durante el verano o en climas cálidos. Una temperatura prolongada superior a los 35 °C en zonas corporales sensibles podría derivar en molestias o incluso problemas de salud si no se regula adecuadamente.

La ergonomía también puede verse afectada. Un asiento más rígido para proteger los componentes puede interferir con la amortiguación típica de una buena silla de oficina, lo que podría reducir la comodidad en sesiones prolongadas. Además, el peso total de la silla aumenta considerablemente (en torno a 12 kg adicionales), lo que afecta a su movilidad y estabilidad.

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Otros PCs «extraños»: cuando el chasis desaparece

Este no es el único caso de integración peculiar de ordenadores. A lo largo de los años, diversos entusiastas del hardware han llevado su creatividad al límite con diseños que parecen salidos de un laboratorio de arte digital. Algunos de los ejemplos más llamativos incluyen:

1. El PC en una tostadora

En 2022, el youtuber “Mike’s Electric Stuff” construyó un PC funcional dentro de una tostadora vintage. El chasis metálico ofrecía buena disipación térmica, y el sistema se encendía pulsando la palanca de tostado. El resultado era estéticamente sorprendente y, aunque no práctico, sí demostraba que cualquier carcasa con espacio y ventilación puede servir como ordenador.

2. El PC acuático en acuario

Un proyecto más técnico fue el del “Aquarium PC Mod” de “Linus Tech Tips”, que sumergió los componentes en un líquido mineral no conductor. Esta técnica de refrigeración líquida por inmersión permite disipar el calor de forma extremadamente eficiente, aunque presenta desafíos de mantenimiento y coste. La temperatura de los componentes permanecía entre los 40 y 50 °C incluso en carga máxima, gracias al contacto directo con el fluido.

3. El PC en una consola retro

El creador alemán “RetroPCMods” integró un ordenador moderno en el interior de una carcasa de Super Nintendo. Usando una placa base ITX y un SSD M.2, consiguió mantener intacta la apariencia de la consola mientras ofrecía un rendimiento equivalente a un mini PC doméstico. Esta clase de mods son frecuentes en el mundo del retrogaming y permiten unificar nostalgia con funcionalidad.

La fiebre del PC oculto: tendencias de diseño y mercado

Estos ejemplos reflejan una tendencia creciente en el mundo del modding: ocultar el ordenador o integrarlo en objetos cotidianos. Las razones son múltiples: desde la estética limpia hasta el deseo de sorprender. También responde a la búsqueda de optimización espacial, sobre todo en viviendas pequeñas donde cada centímetro cuenta.

En los últimos años, empresas como Cooler Master, NZXT o Fractal Design han lanzado chasis que buscan minimizar su presencia visual. Pero el paso siguiente, como demuestra la silla-PC, es directamente eliminar el chasis y convertir otro objeto en el nuevo continente del hardware.

Por otro lado, las tecnologías de bajo consumo y los componentes de formato reducido, como las placas base Mini-ITX o las GPU de perfil bajo, han facilitado enormemente estos experimentos. No es descabellado imaginar que en un futuro próximo algunas marcas se animen a comercializar PCs integrados en muebles, lámparas o incluso cuadros decorativos.

Reflexión final: utilidad real o experimento de nicho

Aunque estos diseños son técnicamente viables, no dejan de ser productos de nicho. La mayoría de usuarios sigue prefiriendo torres tradicionales o portátiles por su facilidad de mantenimiento, ampliación y ventilación. Sin embargo, los proyectos como el de la silla-PC despiertan una fascinación legítima, porque obligan a replantearse qué puede ser un ordenador y dónde puede vivir.

Lo importante es que este tipo de experimentos fomenta la innovación, pone a prueba los límites del diseño térmico y nos recuerda que la informática doméstica no tiene por qué estar reñida con el estilo o la personalización. Al fin y al cabo, ¿quién dijo que tu próximo PC no puede estar bajo tu trasero?

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