Durante décadas, el control de la calidad del agua ha dependido casi exclusivamente de grandes infraestructuras municipales y análisis centralizados. Sin embargo, un equipo de investigadores de la Universidad de California en Riverside ha desarrollado un nuevo sensor portátil y de bajo coste que permite a cualquier comunidad monitorear la calidad de su agua en tiempo real. Este avance pretende facilitar una respuesta rápida ante contaminantes peligrosos como el plomo, el mercurio o el cadmio, sin necesidad de enviar muestras a laboratorios especializados.
Este tipo de sensores podrían representar una herramienta útil para poblaciones vulnerables o zonas rurales donde las infraestructuras de agua potable no están suficientemente monitorizadas. Concretamente, el nuevo dispositivo, apodado “E-Tongue” por su funcionamiento similar al sentido del gusto, puede identificar múltiples contaminantes metálicos simultáneamente con una precisión comparable a la de técnicas de laboratorio mucho más costosas y lentas.
Así funciona el “E-Tongue”: tecnología accesible y precisa
El sensor desarrollado por el equipo de bioingenieros utiliza un sistema de múltiples electrodos de bajo voltaje recubiertos con polímeros conductores. Cada polímero es sensible a un determinado ion metálico, lo que permite una lectura simultánea de contaminantes como plomo (Pb²⁺), cadmio (Cd²⁺), arsénico (As³⁺) y mercurio (Hg²⁺).
En los ensayos de validación realizados, el sensor ha demostrado ser capaz de detectar niveles de plomo en concentraciones tan bajas como 1 parte por mil millones (1 ppb), por debajo del límite legal de 10 microgramos por litro (10 ppb) establecido por la Unión Europea y la OMS. Esta capacidad lo convierte en una herramienta útil no solo para detectar contaminación evidente, sino también para prevenir efectos crónicos derivados de exposiciones prolongadas a pequeñas dosis.
Además, su diseño portátil —aproximadamente del tamaño de una tarjeta de crédito— y la facilidad para conectarlo a un teléfono móvil mediante Bluetooth o cable USB lo hacen apto para entornos domésticos, escolares o comunitarios sin necesidad de conocimientos técnicos especializados.
Plomo en el agua: una amenaza más común de lo que parece
El plomo es uno de los metales pesados más peligrosos para la salud humana. Aunque su uso en tuberías de agua potable está prohibido desde hace décadas, todavía hay muchas viviendas en España y Europa con conducciones de plomo, especialmente en construcciones anteriores a 1980.
En España, el Real Decreto 3/2023, que traspone la Directiva europea (UE) 2020/2184, establece un límite máximo de 5 microgramos por litro para el plomo en agua potable, que será obligatorio a partir de 2036. Actualmente, el límite se mantiene en 10 μg/L, como ya se establecía desde 2014 en la anterior normativa.
Un estudio realizado en Barcelona entre 2004 y 2014 analizó 2.709 muestras recogidas en grifos de viviendas y locales. El 7% de las muestras superaban los 10 μg/L, y entre las tomadas por solicitud de ciudadanos preocupados, el 19% excedía ese valor. Estas cifras muestran que, a pesar de las mejoras legislativas, la exposición al plomo en agua sigue siendo un problema real.
En el País Vasco, otro estudio halló que el 1,75% de las viviendas presentaban niveles de plomo superiores al límite permitido. Estas cifras son comparables con las de otras regiones europeas como Italia (2%) o Inglaterra y Gales (1,7%).
Impacto del plomo en la salud pública
La exposición continuada al plomo puede causar daños neurológicos, problemas renales, hipertensión y retrasos en el desarrollo cognitivo de los niños. Según datos del Hospital del Mar en Barcelona, entre el 50% y el 70% de la población general presenta algún tipo de intoxicación por metales pesados, incluido el plomo, aunque muchos casos son subclínicos y no diagnosticados.
La exposición al plomo puede ser especialmente peligrosa en embarazadas, ya que atraviesa la placenta y puede afectar al desarrollo fetal. Además, se ha documentado que no existe un umbral seguro para el plomo en sangre: cualquier exposición, por baja que sea, puede tener efectos nocivos.
Casos recientes refuerzan la necesidad de vigilancia. En marzo de 2025, se detectaron niveles tóxicos de hierro y plomo en el agua del Centro de Salud de Reinosa (Cantabria), lo que obligó a suspender temporalmente el uso del agua corriente para consumo humano. Igualmente, estudios recientes han revelado presencia de plomo en los peces del Guadalquivir cerca de zonas contaminadas por residuos mineros.
La democratización del análisis del agua
Hasta ahora, el análisis de contaminantes metálicos en el agua requería instrumental sofisticado como espectrometría de absorción atómica o espectroscopía de plasma acoplado (ICP-MS), técnicas que no están al alcance de comunidades sin acceso a laboratorios. El sensor E-Tongue abre la puerta a una vigilancia ciudadana descentralizada, con costes por debajo de los 50 dólares por unidad y posibilidad de compartir datos en red.
Este modelo de vigilancia participativa recuerda a otras iniciativas comunitarias, como las redes de sensores medioambientales distribuidos o los sistemas de alerta vecinal. Con la diferencia de que, en este caso, se trata de una tecnología con aplicaciones directas sobre la salud pública.
Futuro del E-Tongue y su implantación global
Aunque el sensor está todavía en fase de validación, sus desarrolladores han anunciado planes para realizar pruebas piloto en comunidades de California y, posteriormente, en regiones con escasa infraestructura en América Latina, África y Asia. También se está explorando su posible uso para detectar pesticidas, fertilizantes y contaminantes industriales, lo que ampliaría su utilidad más allá del agua potable.
En Europa, su implantación podría facilitar el cumplimiento de la nueva directiva sobre agua potable, que exige a los Estados miembros mejorar la transparencia y permitir el acceso público a información sobre calidad del agua a nivel local.
Una solución tecnológica con implicaciones sociales
La posibilidad de que cualquier ciudadano pueda analizar el agua de su casa, colegio o barrio sin depender de terceros no solo empodera a las comunidades, sino que también puede ejercer presión sobre las autoridades para mejorar las infraestructuras de abastecimiento.
El caso de Flint (EE. UU.), donde la contaminación por plomo afectó a miles de personas, demostró que una mayor vigilancia comunitaria puede ser decisiva para evitar crisis sanitarias. En este contexto, el E-Tongue no solo es una herramienta tecnológica, sino también una pieza en un cambio de paradigma hacia una gestión del agua más transparente y participativa.
Reflexión final
Con el paso de los años, hemos dado por hecho que el agua que sale del grifo es segura, sin pensar en los kilómetros de tuberías que recorren antes de llegar a nuestras viviendas, muchas de ellas con décadas de antigüedad. El desarrollo de sensores como el E-Tongue supone un paso adelante en el acceso equitativo a información sobre la calidad del agua, clave para garantizar una salud ambiental digna para todos.
A la espera de que estos dispositivos se comercialicen ampliamente, su aparición ya invita a una reflexión más profunda sobre la vigilancia ciudadana, la democratización tecnológica y el papel que deben jugar las instituciones en garantizar un acceso real al agua potable.
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Referencias en inglés:
https://phys.org/news/2025-05-portable-sensor-enables-community.html
https://www.epa.gov/ground-water-and-drinking-water/basic-information-about-lead-drinking-water
https://www.who.int/news-room/fact-sheets/detail/lead-poisoning-and-health
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