Durante años, la idea de que podríamos estar viviendo dentro de una simulación digital ha rondado la filosofía y la ciencia como una especulación curiosa, casi de ciencia ficción. Sin embargo, recientes avances propuestos por el físico Dr. Melvin Vopson de la Universidad de Portsmouth han devuelto este debate al terreno de la física teórica con un enfoque inédito. Su formulación de una nueva ley física, denominada Segunda Ley de la Infodinámica, plantea que la información, lejos de comportarse como un subproducto pasivo del universo, podría ser su componente fundamental. Este artículo ahonda en los fundamentos de esta teoría, sus implicaciones en ámbitos como la genética y la cosmología, y los argumentos que podrían hacer que nos replanteemos la estructura misma de la realidad.
La información como la esencia del universo
En las últimas décadas, la noción de que la información es tan real y fundamental como la materia y la energía ha ganado peso entre los físicos. Claude Shannon sentó las bases del tratamiento cuantitativo de la información, pero fueron científicos como John Wheeler con su “It from Bit” quienes comenzaron a considerar que el universo, en última instancia, podría estar compuesto de bits de información.
El Dr. Melvin Vopson parte de esta idea para establecer un principio físico nuevo. Según sus estudios, al igual que existe una ley que gobierna la entropía en la termodinámica, debería haber una ley que rija la entropía de la información. Así nace la Segunda Ley de la Infodinámica, según la cual los sistemas informacionales tienden a mantener o incluso reducir su nivel de entropía, es decir, se ordenan o se comprimen con el tiempo.
En contraste con la Segunda Ley de la Termodinámica, que afirma que el desorden aumenta en sistemas aislados, este nuevo principio sugiere que la información tiende hacia el orden. Esto implica que los sistemas que gestionan información, como el ADN, podrían estar sujetos a un principio natural que busca la eficiencia, la compresión y la minimización del ruido.
Aplicaciones en la biología: ¿Las mutaciones no son aleatorias?
Uno de los puntos más llamativos de la teoría de Vopson es su aplicación al ámbito biológico. La biología moderna, y más específicamente la evolución, ha sido explicada a través del paradigma de las mutaciones aleatorias y la selección natural. Sin embargo, si la Segunda Ley de la Infodinámica es válida, estas mutaciones no serían del todo aleatorias.
En un estudio reciente, Vopson analizó las mutaciones del virus SARS-CoV-2 y concluyó que estas mutaciones no seguían un patrón completamente caótico, sino que parecían moverse hacia una optimización del código genético, reduciendo su complejidad informacional a la vez que aumentaban la eficiencia del virus para replicarse y transmitirse.
Este patrón también ha sido observado en otras áreas genéticas, lo que podría significar que el ADN actúa no solo como una cadena biológica, sino como un sistema de almacenamiento de datos que sigue leyes de compresión similares a las utilizadas en informática. Si esta tendencia es real, podríamos estar ante una base física que determina la evolución genética más allá de la mera supervivencia del más apto.
La base digital de la realidad
La consecuencia más provocadora de esta teoría es su potencial para sostener la hipótesis de que el universo es un sistema computacional. Vopson argumenta que si todo en el universo sigue principios de compresión de datos y eficiencia informacional, entonces no es descabellado imaginar que el universo funcione como una simulación informática altamente optimizada.
En una simulación digital, es esencial ahorrar recursos y minimizar la redundancia de datos. Si la naturaleza se comporta del mismo modo, no porque esté programada sino porque sigue las leyes de la infodinámica, entonces la línea entre simulación y realidad se vuelve difusa.
Un universo digital implicaría que incluso los procesos aparentemente aleatorios (como el colapso de la función de onda en mecánica cuántica) podrían estar regidos por un código subyacente que optimiza constantemente el sistema. Esto no invalidaría la física clásica ni la cuántica, sino que las situaría como expresiones de un sistema de procesamiento de información a escala cósmica.
Datos cuantitativos y fundamentos físicos
Vopson ha propuesto, en investigaciones anteriores, que la masa podría estar directamente relacionada con la información contenida en un objeto físico. Con base en la fórmula de Landauer, que afirma que hay un costo energético mínimo para borrar un bit de información (kTln2), el investigador ha cuantificado cuánta información contendría una partícula subatómica. Según sus cálculos, un solo electrón podría contener alrededor de 1.5 × 10^−30 kg de masa como resultado de su contenido informacional.
Este enfoque refuerza la idea de que la información no es meramente un fenómeno derivado, sino un componente medible, que contribuye a las propiedades físicas de la materia. Si la masa y la información están conectadas, la estructura fundamental del universo podría estar regida por reglas similares a las de un sistema informático físico.
Críticas y recepción académica
No todos en la comunidad científica están convencidos. A pesar de la elegancia conceptual de la Segunda Ley de la Infodinámica, su validación experimental y empírica todavía es limitada. Muchos físicos piden pruebas más sólidas y modelos más definidos para aceptar este principio como una ley universal comparable a la termodinámica.
También está el problema de la falsabilidad: una buena teoría científica debe poder ser refutada mediante experimentación. A día de hoy, no está claro cómo se podría diseñar un experimento que desacreditara esta ley, o que probara que vivimos en una simulación con datos irrefutables.
Aun así, algunos científicos y expertos en física de la información consideran esta línea de investigación prometedora. Establecer puentes entre física, biología e informática podría abrir nuevos caminos en la comprensión del universo y quizá en el diseño de tecnologías basadas en los principios de eficiencia informacional.
Implicaciones futuras
Si la Segunda Ley de la Infodinámica se confirma, podría cambiar nuestra manera de interpretar la realidad física y biológica. No se trataría solo de una mejora en nuestras teorías, sino de una transformación en cómo concebimos el papel de la información en el universo.
En el plano práctico, podría llevar al desarrollo de nuevas tecnologías que imiten los procesos de compresión natural de datos. También podría tener impacto en la inteligencia artificial, la genética computacional, e incluso en teorías cosmológicas que buscan unificar la gravedad cuántica con la relatividad general.
Vopson ya ha propuesto que podríamos medir la información contenida en partículas subatómicas mediante experimentos con colisionadores de partículas. Estos intentos podrían confirmar la conexión entre masa e información y dar un paso clave hacia la verificación de sus hipótesis.
Conclusión
¿Estamos ante una nueva manera de ver el universo o ante una teoría atractiva pero especulativa? La Segunda Ley de la Infodinámica todavía necesita tiempo y validación, pero sin duda plantea preguntas que no podemos ignorar. Si la realidad es una simulación, no lo sabremos por un fallo en la “programación”, sino por encontrar patrones en los fundamentos mismos de la naturaleza que solo tendrían sentido en un sistema optimizado de procesamiento de datos.
