Rusia lleva tiempo desarrollando alternativas locales a los microprocesadores y ordenadores monoplaca (SBC), sobre todo en respuesta a las sanciones tecnológicas y la dependencia de componentes extranjeros. El nuevo Eltay-SC marca un paso adelante en esa estrategia, integrando un SoC nacional llamado ElVEES Skif (también conocido como Scythian) desarrollado por ElVEES y fabricado en colaboración con MCST y ELRON. Esta placa está diseñada para cubrir una amplia gama de aplicaciones industriales, militares y de investigación. Aunque aún lejos del ecosistema y la versatilidad de una Raspberry Pi, el Eltay-SC está claramente enfocado en cubrir necesidades muy concretas dentro del entorno tecnológico ruso. Su lanzamiento se suma a otras iniciativas como las plataformas Elbrus o Baikal, conformando un ecosistema soberano de computación embebida que busca reducir la dependencia de chips occidentales.

A nivel técnico, el ElVEES Skif no compite en bruto con los chips ARM o x86 más modernos, pero presenta características que lo hacen viable para sistemas de visión por ordenador, inteligencia artificial básica o control embebido. Esta nueva placa viene además con un conjunto sólido de interfaces, soporte para Linux y herramientas de desarrollo propias, todo dentro de una estrategia nacional para fortalecer el hardware “made in Russia”. A continuación, analizamos sus componentes, capacidades y posibles usos, además de reflexionar sobre las implicaciones de esta nueva dirección tecnológica.

Eltay-SC y ElVEES Skif: el hardware detrás del empuje ruso

La placa Eltay-SC se basa en el nuevo sistema en chip ElVEES Skif (también identificado como Скиф o Scythian), desarrollado por ElVEES dentro de un consorcio nacional con MCST y ELRON. Este SoC incluye un procesador de cuatro núcleos RISC a 1 GHz, acompañado por una unidad de procesamiento vectorial (VPU) especializada en procesamiento de imágenes. Esto le permite, por ejemplo, procesar flujos de vídeo y realizar tareas básicas de visión artificial a nivel local.

El SoC Skif utiliza tecnología de fabricación de 28 nm, lo que lo sitúa algo por detrás de los estándares internacionales en cuanto a miniaturización, pero aún operativo para aplicaciones embebidas. El módulo integra además coprocesadores de propósito específico y una unidad de cifrado GOST, cumpliendo así con los estándares de seguridad rusos. Su arquitectura está pensada para soportar tareas paralelas y flujos multimedia sin depender de GPU dedicadas.

La placa Eltay-SC cuenta con 1 GB de RAM LPDDR4, almacenamiento eMMC de 8 GB, y ranura para tarjetas microSD. Entre sus interfaces destacan puertos USB 2.0, HDMI, GPIO de 40 pines (compatibles parcialmente con la Raspberry Pi), UART, SPI, I2C y Ethernet 10/100. Se alimenta por microUSB o conector dedicado y está pensada para integrarse en cajas industriales o carcasas personalizadas.

Un ecosistema controlado y limitado, pero funcional

A diferencia de las placas occidentales, Eltay-SC no está pensada para el mercado de consumo general, sino para proyectos con un alto componente de soberanía tecnológica. El sistema operativo compatible es Astra Linux, una distribución de origen militar adaptada a sistemas embebidos y con certificación del Ministerio de Defensa ruso. También se espera soporte para Elbrus OS en futuras versiones.

El conjunto de herramientas de desarrollo incluye compiladores específicos para la arquitectura RISC utilizada, bibliotecas para el uso de la VPU y soporte limitado para Python y C. La comunidad en torno a estas placas es pequeña y de carácter principalmente institucional, por lo que el acceso a documentación y soporte técnico está centralizado en canales oficiales o redes académicas rusas.

Una diferencia importante respecto a alternativas como la Raspberry Pi es la ausencia de conectividad inalámbrica (ni Wi-Fi ni Bluetooth), lo que subraya su orientación hacia sistemas cerrados y controlados. Se trata más bien de una placa pensada para aplicaciones concretas, como cámaras de vigilancia, sistemas de control de acceso, procesamiento en borde de redes de sensores o automatización industrial.

Entre la autarquía tecnológica y el control del hardware

El desarrollo del ElVEES Skif y del Eltay-SC se enmarca en un contexto de fortalecimiento de la infraestructura tecnológica nacional rusa, sobre todo tras la intensificación de las sanciones internacionales desde 2022. En ese sentido, el objetivo no es competir directamente con los líderes del mercado global, sino garantizar la continuidad operativa de sistemas nacionales críticos sin depender de fabricantes extranjeros.

El enfoque es similar al adoptado con las familias de procesadores Elbrus y Baikal. Elbrus, por ejemplo, sigue usándose en estaciones de trabajo gubernamentales y centros de datos locales. Baikal, en cambio, ha encontrado su nicho en dispositivos embebidos y ordenadores personales de gama media. Eltay-SC complementa esta estrategia apuntando al nivel más bajo de la pirámide tecnológica: el control embebido y el procesamiento periférico.

A pesar de las limitaciones de rendimiento, la integración de una VPU permite al Skif ejecutar algoritmos básicos de reconocimiento facial, análisis de vídeo o clasificación de objetos sin requerir unidades externas. Según los desarrolladores, el consumo energético de la placa ronda los 5 W, lo que la hace viable para entornos autónomos alimentados por baterías o paneles solares.

Reflexiones sobre el avance de los SBC soberanos

Aunque su impacto en el mercado internacional es mínimo, el desarrollo del Eltay-SC y el chip Skif representa una estrategia coherente de soberanía tecnológica. El aislamiento de la cadena de suministro internacional ha forzado a países como Rusia a recuperar capacidades de diseño y producción de hardware que en muchos casos habían sido externalizadas o abandonadas.

Desde el punto de vista técnico, la clave está en la especialización: este tipo de SoC no busca competir en potencia bruta, sino en integración funcional, eficiencia energética y conformidad con estándares nacionales. En otras palabras, la fortaleza del Eltay-SC no está en su versatilidad, sino en su alineación con los objetivos geopolíticos y técnicos del país que lo desarrolla.

En el futuro, es posible que estos desarrollos encuentren un cierto eco en países aliados o en mercados donde la interoperabilidad con soluciones occidentales no sea un requisito. Sin embargo, a corto plazo, su adopción seguirá circunscrita al ámbito institucional ruso.

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