Un grupo de ingenieros de la Universidad de Pensilvania (Penn) ha desarrollado una nueva generación de electrodos para electroencefalografía (EEG) con forma similar a la de un cabello humano, utilizando técnicas de impresión 3D de alta resolución. Esta innovación permite registrar la actividad eléctrica cerebral con mayor precisión y comodidad, evitando el uso de geles conductores y largas preparaciones previas. Cada electrodo es tan delgado que puede penetrar entre los folículos pilosos sin molestar al usuario, lo que mejora considerablemente el contacto con el cuero cabelludo y la calidad de la señal captada.

Gracias a su estructura flexible y a una capa ultrafina de material conductor, estos electrodos presentan una impedancia de contacto baja y estable en el tiempo. Esto los convierte en una alternativa sólida a los electrodos húmedos convencionales, que requieren limpieza y mantenimiento constante, así como a los secos tradicionales, cuya fiabilidad en condiciones reales suele ser inferior. El equipo liderado por Tao Zhou ha mostrado resultados prometedores en pruebas in vivo, con niveles de fidelidad en la señal que rivalizan con los sistemas clínicos actuales.

Este avance no solo mejora la experiencia del usuario, sino que también abre la puerta a una nueva generación de dispositivos EEG portátiles y discretos, con aplicaciones que van desde el diagnóstico neurológico hasta las interfaces cerebro-máquina o los wearables de consumo.

Un diseño biomimético que imita al cabello humano

La clave del desarrollo reside en la inspiración biológica: los nuevos electrodos adoptan la forma cilíndrica y fina del cabello humano. Con diámetros que rondan los 200 micrómetros, estas estructuras impresas en 3D logran insertarse suavemente entre los pelos sin necesidad de afeitar ni aplicar productos químicos. El diseño busca mejorar la interfaz entre el electrodo y la piel, optimizando la transmisión de señales bioeléctricas.

Para su fabricación, los investigadores emplearon impresión 3D de alta resolución basada en fotopolimerización, utilizando polímeros flexibles que se recubren posteriormente con una fina capa metálica —generalmente oro— que garantiza la conductividad eléctrica. Esta estructura dual permite una gran adaptabilidad mecánica sin comprometer el rendimiento eléctrico. Según los datos publicados, estos electrodos ofrecen una impedancia hasta un 40 % menor que los secos convencionales y una estabilidad de señal superior durante sesiones largas.

Beneficios técnicos frente a soluciones tradicionales

A nivel técnico, los electrodos “tipo cabello” destacan por su versatilidad, precisión y facilidad de uso. A diferencia de los electrodos húmedos, que requieren una preparación que puede superar los 15 minutos (incluyendo aplicación de geles y ajuste), los nuevos electrodos pueden colocarse directamente sobre el cuero cabelludo, incluso en presencia de cabello denso, sin pérdida de señal.

La impedancia de contacto se mantiene estable por debajo de los 10 kΩ, lo cual es fundamental para captar señales EEG de baja amplitud, típicas en procesos como el sueño, la atención o los estados epilépticos. Además, al no usar gel, se evita la degradación de la señal por evaporación, algo que reduce la duración efectiva de muchos registros clínicos.

El equipo también desarrolló versiones modulares que permiten adaptarse a distintos tipos de gorros o cintas, y que pueden integrarse fácilmente en configuraciones multicanal. Estas propiedades los convierten en candidatos ideales para aplicaciones como las interfaces cerebro-computador (BCI), donde la fidelidad y la comodidad son críticas.

Tabla comparativa: electrodos EEG tradicionales vs electrodos “cabello” de Penn

CaracterísticaElectrodos tipo “cabello” (Penn)Electrodos húmedos tradicionalesElectrodos secos estándar
Diámetro del electrodo≈ 200 µm5–10 mm5–8 mm
Tipo de contactoDirecto entre folículosCon gel conductor sobre pielPresión directa sobre la piel
Uso de gelesNoNo
Impedancia de contacto<10 kΩ5–50 kΩ (dependiendo del gel)>20 kΩ
Preparación previaMínima (colocación directa)Alta (limpieza, aplicación de gel)Media (ajuste físico)
Calidad de señalAlta y estableAlta pero decreciente con el tiempoMedia, sensible al movimiento
Adaptabilidad anatómicaAlta (estructura flexible)Media (depende del gorro)Baja a media
Duración de uso continuo>4 horas sin pérdida de señal1–2 horasVariable (presión y movimiento)
Aplicación principalClínico, portátil, wearableClínico hospitalarioSistemas portátiles simples
ReutilizaciónSí (con limpieza)LimitadaSí, con desgaste progresivo

Aplicaciones futuras: más allá del entorno clínico

Además del uso hospitalario, estos electrodos tienen un futuro claro en aplicaciones portátiles y comerciales. Su capacidad para integrarse en gorros, cintas o auriculares inteligentes podría facilitar su adopción en dispositivos de neurofeedback, entrenamiento cognitivo o incluso en videojuegos controlados por la mente.

También son una herramienta prometedora en contextos como la monitorización remota de pacientes neurológicos, donde los sistemas tradicionales son demasiado engorrosos. En estos entornos, la facilidad de uso, el bajo coste de mantenimiento y la comodidad son esenciales. Además, su diseño podría adaptarse a poblaciones especiales como niños o personas mayores, donde la tolerancia al equipo es limitada.

Los investigadores de Penn ya están trabajando en versiones aún más delgadas, biodegradables y autoajustables, que permitirían usos prolongados sin irritaciones ni residuos, ampliando las posibilidades de monitoreo continuo y no intrusivo.

Retos por delante: durabilidad y producción a escala

Aunque el concepto es sólido, todavía hay retos importantes. Uno de los más significativos es la durabilidad del material durante un uso prolongado o en condiciones de sudor y movimiento. Las pruebas preliminares han sido positivas, pero será necesario realizar estudios clínicos con grupos grandes y entornos reales para validar su fiabilidad a largo plazo.

Otro reto es la fabricación a escala. La impresión 3D de alta resolución con polímeros conductivos aún tiene costes elevados y tiempos de producción relativamente lentos. Sin embargo, si se logra una estandarización del proceso y una producción automatizada, los costes podrían reducirse y abrirse paso a su comercialización.

Conclusión: un paso firme hacia la neuroingeniería del futuro

El desarrollo de los electrodos EEG tipo “cabello” por parte de la Universidad de Pensilvania es un ejemplo claro de cómo las tecnologías biomiméticas e impresión 3D pueden cambiar conceptos muy asentados, como el diseño de electrodos. Este avance no solo mejora el rendimiento técnico, sino que también responde a necesidades reales: comodidad, portabilidad, reducción de costes y facilidad de uso.

A medida que los dispositivos biomédicos se integren más en la vida diaria, este tipo de innovaciones contribuirán a democratizar el acceso a herramientas de diagnóstico y control cerebral, abriendo nuevas posibilidades tanto clínicas como personales.

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