Al igual que ocurre con un coche o una casa, el ritmo al que las partes de nuestro cuerpo se deterioran varía de una a otra. Un estudio llevado a cabo con 5.678 personas, dirigido por investigadores de Stanford Medicine (Universidad de Stanford, USA), ha demostrado que nuestros órganos envejecen a ritmos diferentes, y cuando la edad de un órgano es especialmente avanzada en comparación con la de su homólogo en otras personas de la misma edad, la persona que lo porta corre un mayor riesgo tanto de padecer enfermedades asociadas a ese órgano como de morir.

La edad biológica vs. la edad cronológica: Un enfoque pionero

A diferencia de los estudios previos que proporcionaban una única cifra para la edad biológica, este trabajo ha ido más allá, asignando valores específicos a 11 órganos clave. Corazón, cerebro, riñón, entre otros, han sido analizados individualmente. ¡Descubrieron que el 18.4% de las personas mayores de 50 años tiene al menos un órgano envejeciendo más rápido que la media, aumentando el riesgo de enfermedades y mortalidad!

Los cerebros ‘viejos’ tienen 1,8 veces más probabilidad de sufrir deterioro cognitivo en cinco años. El envejecimiento acelerado de este órgano puede predecir el riesgo de alzhéimer como los mejores biomarcadores.

Proteínas e Inteligencia Artificial: La clave para la predicción

El equipo utilizó un algoritmo de aprendizaje automático de IA para evaluar los niveles de miles de proteínas en la sangre, identificando aquellas relacionadas con el envejecimiento acelerado de órganos específicos. Este enfoque permitió prever el riesgo de enfermedades y mortalidad. Los resultados son asombrosos: tener un órgano con envejecimiento acelerado aumenta el riesgo de mortalidad entre un 15% y un 50% en los próximos 15 años, dependiendo del órgano afectado.

Reflexiones Finales: Hacia una salud predictiva en el futuro

Imagina un futuro donde un simple análisis de sangre pueda decirnos mucho más que nuestra edad cronológica. Este estudio no solo abre las puertas a intervenciones terapéuticas tempranas, sino que también podría conducir a nuevos avances farmacológicos. La creación de la empresa Teal Omics para comercializar estos hallazgos demuestra el potencial impacto en la medicina y la longevidad.

La Oficina de Licencias Tecnológicas de la Universidad de Stanford ha presentado una solicitud de patente relacionada con este trabajo.

También han colaborado en este trabajo investigadores de la Universidad de Washington, la Universidad de California en San Francisco, la Facultad de Medicina Albert Einstein y el Centro Médico Montefiore.

El estudio fue financiado por los Institutos Nacionales de Salud, el Centro de Investigación de la Enfermedad de Alzheimer de Stanford, la Fundación Michael J. Fox, la Fundación de Investigación Milky Way y Nan Fung Life Sciences.

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