Cuando hace unos años tuvimos la suerte de revisar el robot educativo… con empatía Aisoy ya comentamos que nos gustaba y mucho sobre todo por sus éxitos entre familias con niños autistas a los que facilitaba su integración.

Ahora, también y desde Valencia nos alegra presentar el proyecto T-ROOM que pretende emplear Entornos Virtuales Inmersivos (EVI) como herramienta, no solamente como entrenamiento, sino también como diagnóstico del Trastorno del Espectro Autista, dando un paso hacia delante a nivel científico y apostando por las tecnologías inmersivas más allá del tratamiento.

Según la Organización Mundial de la Salud, uno de cada 160 niños tiene Trastorno del Espectro Autista (TEA), aunque otras estimaciones hablan de que puede afectar a uno de cada 68 niños en edad escolar.

Su diagnostico se realiza observando la conducta del niño. Conociendo cómo es su desarrollo y aplicando una batería de pruebas neuropsicológicas y neurolingüísticas específicas para detectar la presencia de signos y síntomas de autismo. El tiempo de diagnóstico (pruebas, tests y exámenes) ronda las 15-20 horas.

Ahora, un equipo de investigadores de la Universitat Politècnica de València y los Centros de Desarrollo Cognitivo Red Cenit (España) mediante T-ROOM se reduce los tiempos de diagnóstico a una hora.

Mediante T-ROOM se recrea situaciones del día a día familiar en un entorno virtual en sesiones que duran media hora; en ellas, a los niños se les estimula visual, auditiva y olfativamente; se les coloca una pulsera para medir su actividad electrodermal, valor de gran interés para el diagnóstico del autismo, así como unas gafas de Eye Tracking que permiten realizar un seguimiento de la mirada.

Además, se analiza con cámaras y técnicas de inteligencia artificial los movimientos corporales del niño y avisa de posibles alteraciones del movimiento (estereotipias), asociadas al trastorno del espectro autista.

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