Hace unos meses hablamos de las ventajas del empleo de hormigas para la detección del cáncer.  Según el equipo investigador francés el entrenamiento de estas hormigas se puede realizar en cuestión de media hora frente a los muchos meses que necesitan los perros.

Ahora son investigadores de la Universidad de Michigan los que han encontrado que las langostas no solo pueden “olfatear” la diferencia entre las células cancerosas y las sanas, sino que también pueden distinguir entre diferentes líneas de células cancerosas.

La detección por medio del olfato se basa en que las células cancerosas crean diferentes compuestos a medida que funcionan y crecen, de manera diferente a las células sanas. Si estos productos químicos llegan a los pulmones o las vías respiratorias de un paciente, entonces los compuestos pueden detectarse en el aliento exhalado.

Por lo que se ve la langosta es un insecto utilizado regularmente por la ciencia en la investigación del olfato, por lo que ya sabemos mucho sobre ellas y sus habilidades olfativas. Así, usando electrodos conectados a los cerebros de las langostas, el equipo pudo medir la respuesta de los insectos a las muestras de gas de diferentes células y establecer perfiles de señal que representaban los químicos que estaban oliendo.

El nuevo enfoque ha consistido en “hackear” el cerebro del insecto para usarlo en el diagnóstico de enfermedades. Según los investigadores, el mecanismo de detección de las langostas, que se mide por los cambios en su actividad cerebral detectada por electrodos, resulta confiable, sensible y rápida ocurriendo en unos pocos milisegundos.

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