Aunque nuestro compatriota, Francis Mojica, a pesar de descubrir el mecanismo CRISPR hace más de veinticinco años, no tuvo la suerte de ser reconocido en el premio Nobel de Química 2020. CRISPR es, esencialmente, un mecanismo celular que permite cortar, pegar y modificar material genético.
Lo interesante del caso es que dichas «tijeras genéticas» que permiten la reescritura del código de la vida que podrían hacer realidad el sueño de curar enfermedades hereditarias también podrían emplearse en los largos viajes interplanetarios que cada vez están más cerca.

Por ejemplo, Saún no estamos listos para pasar largas estancias espaciales, por culpa, entre otras cosas, de los daños que las radiaciones cósmicas pueden hacer a nuestro ADN.

Esto es algo que los astronautas en la Estación Espacial Internacional intentan solventar con experimentos como uno publicado en PLOS ONE, en el que han empleado por primera vez la herramienta CRISPR en el espacio.

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Uno de los mayores peligros de los viajes espaciales es el daño que pueden hacer las radiaciones al ADN. Nuestras células tienen sus propios mecanismos de reparación. El problema es que no son perfectos, a veces fallan y pueden dar lugar a mutaciones peligrosas.

Por eso, hace años que los científicos han intentado dar con soluciones a este problema.

Investigaciones anteriores lo han hecho a través de la propia radiación.

Es decir, si el error inicial fue que se generó un fallo en el ADN intentando solucionar las roturas de la radiación, se usa más radiación para provocar nuevas roturas que eliminen ese fragmento.

Lo malo de todo esto es que la radiación es muy inespecífica, por lo que puede afectar a otros puntos del ADN que no tengan ningún error.

Para intentar solventar todo esto, los autores de este estudio pensaron en la utilidad de CRISPR en el espacio.

Actúa como un cortapega genético, cortando y corrigiendo errores en el material genético.

Pero no lo hace como la radiación, sino que se dirige específicamente al punto que se debe corregir.

En este caso, lo hicieron con el ADN de levaduras y el procedimiento fue muy exitoso.

Esta ha sido la primera vez que se usa CRISPR en el espacio, pero no ha sido la única técnica empleada.

También se han realizado otras como la PCR o la secuenciación de nanoporos.

Todo ello en un ambiente extremo, con los reactivos y el material flotando a causa de la gravedad cero.

No ha sido fácil, pero ha supuesto un gran avance de cara a futuras misiones.

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