Durante muchos años, la sangre menstrual ha sido considerada algo clínicamente irrelevante, ignorado tanto por la medicina tradicional como por la investigación biomédica. Sin embargo, esto está empezando a cambiar gracias al desarrollo de dispositivos como MenstruAI, creado por investigadores de la ETH de Zúrich. Este dispositivo portátil se adhiere directamente a una compresa sanitaria para detectar biomarcadores en sangre menstrual, ofreciendo una alternativa no invasiva, económica y continua para el monitoreo de la salud femenina. Su diseño parte de una tecnología de bajo coste —una plataforma de ensayo de flujo lateral (LFA)— similar a la utilizada en los test de embarazo o en los test rápidos de COVID-19.

Este avance representa una forma completamente nueva de pensar el diagnóstico biomédico. La sangre menstrual, rica en células inmunitarias, proteínas, metabolitos y células endometriales, contiene información valiosa sobre procesos fisiológicos y patológicos. En vez de requerir una extracción venosa tradicional, MenstruAI ofrece una vía de acceso espontáneo a la información del cuerpo sin necesidad de intervención médica.

¿Cómo funciona MenstruAI?

El funcionamiento de MenstruAI se basa en una arquitectura sencilla pero eficaz: una tira de papel reactivo que se adhiere a la parte interna de una compresa sanitaria. Al entrar en contacto con la sangre, la tira utiliza anticuerpos específicos para detectar biomarcadores clínicamente relevantes. La señal es visual: la presencia de biomarcadores provoca una línea de color cuya intensidad es proporcional a la concentración detectada.

Algunos de los biomarcadores que puede identificar incluyen:

  • Proteína C reactiva (CRP), un indicador general de inflamación.

  • Antígeno CA-125, asociado al seguimiento del cáncer de ovario.

  • Antígeno carcinoembrionario (CEA), un marcador tumoral usado en cáncer de colon, páncreas, pulmón y mama.

Una de las ventajas de este sistema es su capacidad para ser interpretado tanto visualmente como mediante una app que escanea la tira y cuantifica los resultados con más precisión. Esta aplicación puede traducir los niveles de color en datos cuantificables, almacenarlos, compararlos en el tiempo y, eventualmente, compartirlos con un profesional sanitario.

Validación científica y pruebas clínicas

En las pruebas de laboratorio realizadas por el equipo de ETH Zúrich, MenstruAI demostró que puede identificar biomarcadores en sangre menstrual sin procesar con una precisión comparable a la obtenida en sangre venosa. El prototipo fue probado en compresas comerciales utilizando una simulación con sangre artificial, seguida de validaciones con muestras reales. Los resultados muestran que la intensidad de la señal es lo suficientemente estable como para ser leída incluso después de 16 horas, lo que amplía su utilidad a todo el ciclo de uso de una compresa.

Los siguientes pasos del equipo incluyen:

  • Ensayos clínicos con un grupo amplio de usuarias.

  • Comparación directa con pruebas de laboratorio.

  • Mejora del algoritmo de análisis de imagen de la app para una lectura más precisa.

El objetivo final es que el dispositivo pueda integrarse en la vida cotidiana como un monitor de salud accesible y fiable.

Más allá de MenstruAI: el auge de los sensores biomédicos no invasivos

El caso de MenstruAI no es un hecho aislado. En los últimos años, ha habido un crecimiento sostenido en el desarrollo de sensores no invasivos capaces de detectar biomarcadores en saliva, sudor, lágrimas, orina y aliento. Estos sistemas prometen democratizar el acceso a datos de salud, eliminar barreras económicas y reducir la dependencia de laboratorios clínicos centralizados.

A continuación, se resumen algunos avances destacados en este campo:

Sensores en parches cutáneos

Varias universidades y startups han creado parches adhesivos con sensores integrados que pueden monitorizar en tiempo real variables como:

  • Glucosa en sudor (útil para diabéticos).

  • Cortisol, como marcador del estrés crónico.

  • Electrolitos como sodio y potasio, indicativos de deshidratación o desbalances metabólicos.

Por ejemplo, un equipo de la Universidad de California, San Diego, desarrolló un parche biosensor que capta simultáneamente niveles de lactato, glucosa y alcohol en el sudor, enviando los datos a un smartphone mediante Bluetooth.

Biosensores ópticos en lentes de contacto

Empresas como Google (proyecto Verily) han explorado la posibilidad de insertar sensores en lentes de contacto inteligentes que midan, por ejemplo, la concentración de glucosa en lágrimas. Aunque algunos proyectos se han pausado por dificultades técnicas (como la falta de correlación fiable entre la glucosa en lágrima y en sangre), el enfoque sigue siendo prometedor para otros tipos de biomarcadores.

Análisis de aliento

Existen ya dispositivos portátiles que utilizan espectrometría de masas o sensores electroquímicos para analizar el aliento exhalado y detectar:

  • Compuestos orgánicos volátiles (COVs) asociados a cáncer de pulmón.

  • Amoniaco, como biomarcador de insuficiencia hepática.

  • Acetona, relacionada con cetosis y control de diabetes tipo 1.

Estos analizadores, del tamaño de un inhalador, abren la puerta a diagnósticos respiratorios rápidos y sin contacto.

Biosensores en tejidos menstruales

Aparte de MenstruAI, hay otros esfuerzos centrados en analizar sangre menstrual, como el de la startup Qvin, que propone una solución de laboratorio a domicilio mediante compresas especiales que recogen sangre menstrual para ser enviada a análisis clínicos. La diferencia fundamental con MenstruAI es que este último ofrece lectura directa en el punto de uso, sin necesidad de enviar muestras.

El potencial transformador de los biosensores no invasivos

Lo que tienen en común todos estos desarrollos —MenstruAI incluido— es que permiten:

  • Acceso descentralizado y personal al diagnóstico.

  • Reducción del estrés y de la logística asociada a las extracciones de sangre.

  • Detección precoz y monitorización continua de enfermedades crónicas.

  • Potencial de inclusión en poblaciones poco atendidas o con barreras culturales al acceso sanitario.

En términos técnicos, estos sensores deben superar varios retos para su adopción masiva: sensibilidad, especificidad, estabilidad en condiciones variables, y sobre todo, validación clínica con cohortes representativas. El sensor MenstruAI, por ejemplo, deberá demostrar su utilidad más allá de los biomarcadores analizados hasta ahora y expandirse hacia otros indicadores de salud ginecológica, inmunológica o incluso metabólica.

Reflexiones finales

La aparición de dispositivos como MenstruAI no solo mejora el diagnóstico biomédico, sino que visibiliza áreas de la salud que han estado históricamente marginadas. La sangre menstrual, anteriormente descartada, se revela como una fuente rica de información diagnóstica. Pero más allá del género, este avance forma parte de un proceso más amplio: la miniaturización y simplificación del análisis biológico fuera del entorno hospitalario.

Los sensores no invasivos están dejando de ser prototipos para convertirse en herramientas reales que, en el futuro cercano, podrían integrarse en objetos cotidianos: una toalla sanitaria, una lentilla, una camiseta o incluso un cepillo de dientes. Esta transformación tiene un impacto profundo en cómo se entenderá la salud: de un modelo reactivo a uno preventivo, continuo y centrado en la persona.

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