Rabbit R1, un pequeño asistente inteligente lanzado en 2024, ha vivido una trayectoria mediática intensa. Desde su presentación, ha sido objeto tanto de entusiasmo como de fuertes críticas, incluyendo las del influyente diseñador Jony Ive, quien lo calificó como un ejemplo de mal diseño tecnológico. En respuesta, Rabbit ha reformulado su enfoque, con una nueva interfaz y funciones adicionales destinadas a mejorar la experiencia de usuario y acercar el dispositivo a las expectativas del mercado.
El rediseño de la interfaz, con un sistema de tarjetas visualmente atractivo y estructurado, pretende hacer más accesibles las funciones del dispositivo. A su vez, la incorporación de elementos lúdicos como «r-cade» —una especie de sistema de logros que recompensa la interacción con el gadget— subraya un giro hacia una experiencia de usuario más fluida y personalizable.
A pesar de estos avances en la interfaz, el hardware del R1 sigue siendo modesto: el procesador MediaTek Helio P35 y sus 4 GB de RAM limitan su rendimiento en tareas intensivas. En este contexto, la apuesta de Rabbit por mejorar el diseño de software parece ser un movimiento táctico, mientras se prepara para una posible evolución de hardware.
El papel de Jony Ive y su impacto en la percepción del Rabbit R1
Jony Ive, ex jefe de diseño de Apple y artífice de productos como el iPhone y el iMac, es una figura cuyo juicio pesa en la industria tecnológica. En declaraciones recientes, criticó duramente al Rabbit R1 y al Humane AI Pin, calificándolos de «pobres ejemplos de cómo se puede materializar la inteligencia artificial en productos físicos» (The Verge).
Ive, que trabaja en un proyecto secreto con OpenAI sobre dispositivos de IA, argumenta que la integración de inteligencia artificial en el hardware debe centrarse más en la experiencia sensorial, emocional y funcional, no solo en empaquetar algoritmos en carcasas bonitas. Este tipo de posicionamiento ha provocado una respuesta indirecta por parte de Rabbit, con su CEO Jesse Lyu señalando que «el producto es joven y sigue evolucionando».
En este sentido, las palabras de Ive pueden haber actuado como catalizador para acelerar los cambios en la interfaz del R1, mostrando cómo el peso de una opinión puede moldear el desarrollo de un producto tecnológico.
Detalles técnicos: rediseño de la interfaz y mejoras de usabilidad
La nueva interfaz del Rabbit R1 abandona el enfoque anterior, más lineal y limitado, y adopta un modelo basado en tarjetas, similar al de la app Wallet de Apple. Estas tarjetas permiten visualizar y gestionar diferentes funciones del dispositivo como asistentes de voz, reproducción de música, tareas y más, de forma más clara y jerarquizada.
En términos técnicos, se trata de una interfaz que optimiza la jerarquía visual, reduce la fricción cognitiva del usuario y facilita el acceso rápido a las herramientas mediante navegación por gestos. Esta interfaz también responde más rápido a comandos simples y mejora el reconocimiento de tareas a través de los Large Action Models (LAM), una tecnología propia de Rabbit que se apoya en el uso contextual de aplicaciones de terceros.
Junto a esto, la función “r-cade” introduce una capa de gamificación. Los usuarios obtienen “zanahorias” como recompensa por usar el dispositivo, que pueden cambiar por accesorios y animaciones personalizadas del avatar del asistente virtual. Esto no solo mejora el compromiso del usuario, sino que crea una dinámica más atractiva en el uso continuado del dispositivo.
the future looks bright pic.twitter.com/OgkJF8dXps
— rabbit inc. (@rabbit_hmi) May 22, 2025
Hardware limitado: el gran cuello de botella del R1
El Rabbit R1 está equipado con un procesador MediaTek Helio P35, acompañado por 4 GB de memoria RAM y 128 GB de almacenamiento interno. Aunque esto es suficiente para tareas básicas, el hardware muestra limitaciones claras al manejar múltiples tareas simultáneamente o funciones más exigentes como el reconocimiento de voz en tiempo real con conexión inestable.
El Helio P35 es un SoC de 12 nm, octa-core a 2.3 GHz, pensado más para teléfonos de gama media baja que para dispositivos especializados en IA. Esto implica latencias perceptibles en determinadas interacciones. Aunque Rabbit ha optimizado su sistema operativo basado en Android, el hardware se convierte en una barrera para experiencias fluidas, algo que la interfaz rediseñada solo puede compensar hasta cierto punto.
No se ha anunciado una nueva versión con mejoras de hardware, pero es evidente que para lograr una mejora integral será necesario repensar el dispositivo desde dentro. El rendimiento en benchmarks sintéticos coloca al R1 por debajo de teléfonos lanzados en 2020, lo que refleja la necesidad de una evolución técnica para mantenerse competitivo frente a otros asistentes inteligentes como el AI Pin o incluso los smartphones con apps basadas en GPT.
¿Qué lugar ocupa el Rabbit R1 en el ecosistema de IA?
El Rabbit R1 forma parte de una nueva ola de dispositivos diseñados para acercar la inteligencia artificial al uso cotidiano. A diferencia de los altavoces inteligentes o los móviles, el R1 se presenta como una “máquina de tareas”, es decir, un dispositivo cuyo propósito es ejecutar comandos complejos en nombre del usuario. Su diferencia clave radica en el uso de LAMs (Large Action Models) en lugar de simplemente LLMs (Large Language Models), permitiéndole interactuar con aplicaciones sin necesidad de APIs abiertas.
Por ejemplo, el R1 puede abrir una web de compras y completar una compra simulando la interacción humana real, como si se tratara de un humano que pulsa botones, no de una app que consume una API. Este enfoque permite al dispositivo adaptarse mejor a entornos cerrados donde las APIs están limitadas.
En este sentido, Rabbit propone un modelo de IA funcional más que conversacional, lo que podría sentar un precedente para futuras plataformas de automatización personal. Sin embargo, su implementación necesita aún pulirse tanto a nivel de velocidad como de estabilidad, según han manifestado varios analistas tras probar el dispositivo durante varias semanas (Reuters).
Diseño emocional frente a funcionalidad: ¿se puede satisfacer a ambos?
Uno de los grandes retos del diseño industrial de dispositivos con IA es encontrar el equilibrio entre funcionalidad y estética. El Rabbit R1 opta por una apariencia lúdica, con una carcasa colorida, una pantalla giratoria y un botón físico prominente. Esta elección puede atraer a usuarios más jóvenes o interesados en dispositivos con cierto carácter distintivo, pero también ha sido criticada por algunos por parecer un “juguete caro”.
Desde el punto de vista del diseño de interacción, el R1 se apoya en gestos simples y en una experiencia que intenta ser lo más directa posible. Pero la crítica de Jony Ive apunta más allá: su cuestionamiento está en la integración significativa de la IA en la vida cotidiana, no en el aspecto externo del dispositivo.
Diseñar un asistente verdaderamente útil exige un enfoque holístico que abarque desde la eficiencia energética del chip hasta la lógica conversacional del asistente, pasando por el tacto del dispositivo, la calidad del audio, el retardo en las respuestas o incluso su presencia física sobre una mesa.
Reflexiones sobre el futuro de los dispositivos con IA embebida
Rabbit R1, junto a otros productos como el AI Pin de Humane o el Rewind Pendant, forman parte de una generación de intentos por llevar la IA más allá de la pantalla del smartphone. Pero estos primeros pasos muestran claramente que el camino será largo y lleno de ajustes.
Los usuarios piden productos que funcionen bien, sean rápidos y estén bien diseñados. Por ello, el rediseño del R1 es un paso importante, pero no definitivo. Lo que la experiencia del R1 demuestra es que, en esta fase de la tecnología, un gran modelo de lenguaje no es suficiente sin una buena implementación de hardware y diseño de experiencia.
A medida que se integren chips más potentes como los de la familia Snapdragon X o Tensor G3, y se incorporen sensores adicionales, la categoría podría madurar rápidamente. El reto de Rabbit será mantenerse relevante y demostrar que su enfoque basado en acción y autonomía puede sostenerse técnica y comercialmente.
