China está a punto de marcar un hito en el ámbito de la guerra tecnológica con el despliegue del Jiu Tian, el primer portadrones aéreo de la historia. Esta aeronave no tripulada, de gran tamaño y gran capacidad, está diseñada para transportar y lanzar hasta 100 drones en misiones de reconocimiento, ataque o apoyo logístico, cubriendo un rango operativo de hasta 7.000 kilómetros. Con una envergadura de 25 metros, puede alcanzar altitudes de hasta 15 kilómetros, lo que la sitúa fuera del alcance de muchos sistemas antiaéreos tradicionales.
Su diseño permite no solo una operación prolongada sin tripulación, sino también una coordinación autónoma de enjambres mediante inteligencia artificial, lo que podría cambiar la forma en que se ejecutan las ofensivas aéreas en el siglo XXI. El Jiu Tian no es simplemente un dron grande, sino una plataforma modular capaz de realizar múltiples tareas en una sola misión. La expectativa es que su vuelo inaugural tenga lugar a finales de junio de 2025, en un contexto geopolítico cada vez más marcado por la automatización del conflicto y la supremacía aérea no tripulada.
Este artículo analiza en profundidad sus capacidades técnicas, sus posibles aplicaciones tácticas y su impacto estratégico, tanto para China como para el equilibrio de poder mundial.
Un nuevo concepto de plataforma aérea: ¿Qué es exactamente el Jiu Tian?
El Jiu Tian (九天, «nueve cielos» en chino) representa un concepto inédito hasta ahora: un portadrones aéreo, es decir, una aeronave diseñada no solo para volar, sino para actuar como plataforma nodriza desde la que se lanzan enjambres de drones más pequeños. Está desarrollado por AVIC (Aviation Industry Corporation of China) junto con Xian Chida Aircraft Parts Manufacturing, dos actores fundamentales del complejo industrial-militar chino.
Con sus 25 metros de envergadura y hasta 16 toneladas de peso máximo al despegue, esta aeronave no tripulada recuerda en tamaño a un pequeño avión de transporte militar, pero sin cabina de pilotos. El diseño prioriza eficiencia aerodinámica y espacio interno: dos grandes bahías bajo el fuselaje albergan los drones que, una vez lanzados, se despliegan automáticamente y entran en formación coordinada. La carga útil máxima es de seis toneladas, aunque esta puede distribuirse en función del tipo de misión (reconocimiento, ataque, interferencia electrónica o transporte).
Desde un punto de vista técnico, el Jiu Tian está diseñado para operar a altitudes de crucero entre 10.000 y 15.000 metros, permitiéndole evadir gran parte de los misiles antiaéreos convencionales de medio y corto alcance. Esto le otorga una ventaja táctica importante al permitir una aproximación más cercana a zonas de conflicto sin exponerse directamente a sistemas defensivos enemigos.
Autonomía e inteligencia artificial: drones que piensan y actúan en enjambre
Uno de los aspectos más innovadores del Jiu Tian no es únicamente su capacidad física, sino su sistema de control autónomo. La aeronave está equipada con un sistema de inteligencia artificial embarcada que coordina a los drones desplegados, permitiéndoles actuar como un «enjambre» en tiempo real. Este tipo de coordinación basada en IA multiplica la eficacia de los drones, ya que no operan de forma aislada, sino como una unidad táctica.
El Jiu Tian puede lanzar hasta 100 drones en una sola misión, en intervalos controlados o en una descarga simultánea. Estos drones secundarios pueden ser de varios tipos: desde vehículos ligeros de observación hasta unidades kamikaze, pasando por modelos equipados con sistemas de interferencia de radiofrecuencia o sensores térmicos para rastrear movimientos nocturnos. Según datos no confirmados oficialmente, estos drones podrían tener un alcance operativo individual de hasta 200 km y una autonomía de 2 a 4 horas.
El sistema de enjambre del Jiu Tian permite que cada dron comparta información con el resto del grupo y con la nave nodriza, ajustando su trayectoria o su objetivo según las condiciones del terreno, la respuesta enemiga o las instrucciones de misión. Esta capacidad de adaptación dinámica reduce los tiempos de reacción y mejora la eficacia frente a objetivos móviles o protegidos.
Misiones polivalentes: del ataque relámpago al apoyo logístico
Aunque su imagen está claramente ligada a fines militares, el Jiu Tian ha sido concebido como una plataforma multipropósito. Puede participar en operaciones de ataque coordinado, guerra electrónica, transporte de suministros urgentes e incluso misiones de evacuación médica no tripulada.
En el ámbito ofensivo, el uso de drones kamikaze lanzados desde el Jiu Tian permite realizar ataques simultáneos contra múltiples objetivos, lo que tiene un efecto multiplicador en la capacidad destructiva sin necesidad de desplegar una gran cantidad de aviones tripulados o recursos logísticos. Además, al no requerir tripulación, se reduce el riesgo humano y se gana flexibilidad operativa.
En operaciones de inteligencia, los drones lanzados pueden sobrevolar zonas enemigas con sensores de imagen térmica o cámaras de alta resolución, transmitiendo datos en tiempo real a través de satélite o enlace cifrado. También podrían desplegarse drones de guerra electrónica diseñados para desactivar radares enemigos, inhibir señales GPS o interferir sistemas de comunicación.
Por último, el Jiu Tian podría emplearse en situaciones de desastre natural, en misiones de entrega de medicinas o víveres en zonas inaccesibles o contaminadas, o incluso para rescatar personal en condiciones hostiles utilizando drones equipados con sistemas de tracción o cabinas autónomas.
Críticas, vulnerabilidades y percepciones contradictorias
Pese a su impresionante perfil técnico, el Jiu Tian ha sido objeto de críticas. Algunos analistas occidentales lo describen como una aeronave “demasiado grande, lenta y no furtiva”, lo que la convertiría en un blanco relativamente fácil para cazas o misiles aire-aire si fuera detectada por radares de largo alcance.
Además, la dependencia de comunicaciones entre la nave nodriza y los drones plantea riesgos de interferencia o hackeo, sobre todo en entornos saturados de guerra electrónica. Si el sistema de coordinación se ve comprometido, todo el enjambre podría volverse ineficaz o, peor aún, descontrolado.
Otro punto de debate es la sostenibilidad del uso masivo de drones en conflictos. Aunque eficaces a corto plazo, requieren una cadena logística compleja, acceso constante a suministros y una supervisión tecnológica que no todos los países pueden permitirse. China, sin embargo, parece decidida a mantener la delantera en este ámbito, como parte de su estrategia de superioridad tecnológica en Asia-Pacífico.
¿Qué supone el Jiu Tian para el equilibrio militar en Asia?
Desde una perspectiva geoestratégica, el despliegue del Jiu Tian puede tener implicaciones importantes, especialmente en escenarios como el estrecho de Taiwán o el mar de China Meridional. Su capacidad para penetrar territorio enemigo y desplegar misiones sin exponer vidas humanas es una ventaja táctica evidente.
Con un radio operativo de hasta 7.000 km, podría cubrir buena parte del sudeste asiático, el Pacífico occidental y zonas clave del océano Índico sin necesidad de bases intermedias. Esto le permitiría actuar como plataforma de disuasión o ataque preventivo en situaciones de conflicto.
Al mismo tiempo, su existencia obliga a otras potencias a considerar medidas defensivas frente a enjambres coordinados de drones, lo que podría derivar en un nuevo tipo de carrera armamentística centrada no tanto en la potencia de fuego sino en la inteligencia algorítmica, la autonomía operativa y la ciberseguridad.
Reflexiones finales
El Jiu Tian encarna una evolución en la concepción de las plataformas aéreas. No se trata únicamente de un dron grande, sino de una infraestructura móvil y autónoma capaz de lanzar ataques, recolectar datos y coordinar operaciones complejas sin intervención humana directa. Aunque aún no se ha probado en combate real, su sola existencia obliga a replantear muchas de las doctrinas clásicas de defensa aérea y de proyección de poder.
En el futuro cercano, el éxito o fracaso del Jiu Tian marcará la pauta para otras potencias interesadas en replicar el modelo. Lo que está claro es que los cielos del siglo XXI estarán cada vez más poblados por máquinas autónomas con capacidad de decisión y letalidad, redefiniendo el papel de los ejércitos tradicionales.

El uso de globos de helio por parte de Ucrania para extender el alcance de sus drones de ataque es una solución ingeniosa y de bajo costo en el contexto de la guerra moderna. Estos aerostatos permiten mejorar la comunicación y la operatividad de los drones en el campo de batalla, superando obstáculos de línea de visión y contrarrestando interferencias electrónicas.
Por otro lado, según comentabamos China ha desarrollado portadrones aéreos, plataformas más avanzadas que pueden transportar múltiples drones y desplegarlos estratégicamente en combate. Aunque estas tecnologías ofrecen mayor capacidad ofensiva, también requieren una infraestructura más compleja y costosa. La comparación entre ambas estrategias refleja la diferencia entre soluciones pragmáticas y enfoques más sofisticados en la evolución de la guerra con drones.