Un nuevo estudio internacional acaba de plantear una hipótesis que podría cambiar la forma en la que entendemos el envejecimiento cognitivo: el matrimonio podría estar vinculado con un mayor riesgo de demencia en personas mayores. Investigadores de la Florida State University y la Universidad de Montpellier han seguido durante 18 años a más de 24.000 adultos de más de 50 años. ¿La conclusión? Aquellos que estaban casados presentaban una mayor incidencia de demencia en comparación con los que eran solteros, viudos o divorciados.
El dato puede parecer contraintuitivo, sobre todo teniendo en cuenta que el matrimonio ha sido históricamente considerado beneficioso para la salud general. Sin embargo, este estudio longitudinal aporta un enfoque más matizado, en el que entran en juego factores como la calidad de la relación, el estrés crónico y el tipo de redes sociales que mantienen las personas a medida que envejecen.
Lo que revelan los datos (sí, con números)
En cifras concretas, el riesgo de demencia fue 22% menor en personas nunca casadas frente a los casados. En los divorciados, la diferencia fue del 12%, y en los viudos, de aproximadamente 7%. Estos porcentajes fueron obtenidos tras ajustar otros factores como nivel educativo, situación económica, estilo de vida y enfermedades previas. Es decir, el estado civil parecía tener un efecto directo sobre el deterioro cognitivo.
A nivel técnico, se utilizó un modelo de riesgos proporcionales de Cox, una herramienta estadística que permite medir la aparición de eventos como la demencia a lo largo del tiempo, teniendo en cuenta múltiples variables.
¿Por qué ocurre esto? Hipótesis sobre el matrimonio y la mente
Una posible explicación es que las personas solteras suelen mantener redes sociales más amplias y diversas. Esto incrementa lo que los neurólogos llaman reserva cognitiva, que es la capacidad del cerebro para compensar el daño neurológico gracias a conexiones neuronales robustas.
Por otro lado, el estrés marital —que no es infrecuente en relaciones de larga duración— puede tener efectos perjudiciales en el cerebro, elevando los niveles de cortisol, una hormona que, en exceso, se ha vinculado con la atrofia del hipocampo, clave en la memoria y una de las primeras zonas dañadas por el Alzheimer.
Implicaciones prácticas: más allá del estado civil
Este estudio no busca demonizar el matrimonio, sino destacar que no basta con tener pareja para protegerse del deterioro cognitivo. La calidad de las relaciones personales importa más que el estado civil. En este sentido, estar soltero pero socialmente activo puede ser más beneficioso que una vida conyugal solitaria o conflictiva.
Para los sistemas de salud, estos resultados suponen un toque de atención: los programas de prevención de demencia deben enfocarse también en el bienestar emocional y la vida social activa, no solo en los factores médicos tradicionales.
¿Y ahora qué?
Con una población cada vez más envejecida, entender qué factores influyen en el riesgo de enfermedades neurodegenerativas es una prioridad. Este estudio aporta una nueva perspectiva que invita a repensar ideas establecidas y abrir nuevas vías de investigación y prevención.
