Un equipo de científicos australianos ha desarrollado un semiconductor que contiene material orgánico biodegradable y cuyo grosor permite que los smartphones y las pantallas sean flexibles.

Es una estructura híbrida orgánica e inorgánica lo suficientemente flexible y delgada para ser usada en futuras tecnologías y disponen de una estructura híbrida que les permite convertir la electricidad en luz eficientemente.

El componente orgánico de este invento tiene el grosor de un átomo, hecho de carbono e hidrógeno, mientras que el inorgánico es de unos dos átomos. El componente orgánico de este semiconductor fue elaborado molécula por molécula, de una forma similar a la impresión 3D, en un proceso llamado deposición química de vapor.

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