Los trenes de hidrógeno se han presentado como una alternativa prometedora para reducir las emisiones de carbono en el sector ferroviario, especialmente en líneas no electrificadas. Basados en celdas de combustible que generan electricidad a partir de hidrógeno, emiten únicamente vapor de agua, lo que los hace potencialmente más limpios que los trenes diésel. Sin embargo, las dificultades técnicas y económicas plantean dudas sobre su viabilidad como solución generalizada.
Cómo funcionan los trenes de hidrógeno
Tecnología de celdas de combustible
Los trenes de hidrógeno operan mediante celdas de combustible, dispositivos que combinan hidrógeno con oxígeno para producir electricidad. Este proceso emite únicamente vapor de agua, eliminando la contaminación directa. Uno de los ejemplos más avanzados es el Alstom Coradia iLint, que ofrece una autonomía de hasta 1.000 km por recarga y puede operar en líneas no electrificadas.
Una ventaja clave de esta tecnología es su capacidad para funcionar en regiones donde instalar catenarias no es práctico. Además, los tanques de hidrógeno permiten repostar en aproximadamente 20 minutos, lo que los hace adecuados para trayectos largos.
Retos técnicos
El principal desafío radica en la producción de hidrógeno. Actualmente, más del 95% del hidrógeno proviene de fuentes no renovables, como el gas natural, generando emisiones significativas de CO₂ en su producción. Aunque el hidrógeno verde, producido mediante electrólisis con energías renovables, es más limpio, también es mucho más caro y limitado en disponibilidad.
Otro obstáculo es la eficiencia. A lo largo de la cadena de producción, almacenamiento, y conversión, se pierde hasta el 70% de la energía inicial, lo que los hace menos competitivos frente a los trenes eléctricos.
Comparativa con otras tecnologías sostenibles
Electrificación
La electrificación sigue siendo la opción más eficiente para el transporte ferroviario. Aunque su implementación tiene un coste elevado, los trenes eléctricos utilizan la energía de forma más eficiente y a un coste por kilómetro inferior al de los trenes de hidrógeno. En países como España, donde más del 60% de las vías están electrificadas, extender esta infraestructura podría ser una alternativa más rentable y sostenible.
Trenes de batería
Otra alternativa son los trenes eléctricos con baterías. Aunque su autonomía es más limitada, su eficiencia energética y facilidad de recarga los convierten en una solución ideal para trayectos cortos y medianos. En algunos casos, se pueden combinar con sistemas híbridos para operar en líneas parcialmente electrificadas.
Perspectivas de futuro
Los trenes de hidrógeno podrían desempeñar un papel crucial en regiones con líneas ferroviarias extensas y no electrificadas, donde la electrificación no es económicamente viable. Sin embargo, la dependencia de hidrógeno verde para alcanzar la neutralidad en carbono requiere inversiones significativas en infraestructura y tecnología.
En Europa, países como Alemania ya están apostando por esta tecnología en aplicaciones específicas, mientras que en otras regiones su adopción se enfrenta a una fuerte competencia por parte de la electrificación y los trenes de batería. En cualquier caso hay al menos una docena de proyectos abandonados esperando al anunciado hidrógeno verde que parece va más lento que lo inicialmente pensado
Reflexiones finales
Aunque los trenes de hidrógeno ofrecen beneficios claros en términos de sostenibilidad, su viabilidad a largo plazo depende de resolver desafíos clave, como el coste del hidrógeno verde y las pérdidas de eficiencia. Es probable que su rol en el transporte ferroviario sea complementario, centrándose en líneas remotas y específicas, mientras la electrificación y los trenes eléctricos continúan dominando los trayectos principales.
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