En los primeros años del siglo XXI, varias comunidades autónomas en España lanzaron sus propias distribuciones de Linux en un intento de fomentar la independencia tecnológica y reducir costos. Estas iniciativas, lideradas por Extremadura con LinEx, buscaban revolucionar el panorama del software en la administración pública. Sin embargo, con el tiempo, casi todas cayeron en la irrelevancia o desaparecieron. Este artículo explora qué fue de estas distribuciones autonómicas y por qué no lograron consolidarse.

Introducción

A principios del siglo XXI, el software libre comenzó a ganar terreno en los debates políticos de muchos países. En España, varias comunidades autónomas decidieron apostar por la creación de sus propias distribuciones de Linux. El objetivo era claro: reducir la dependencia de las costosas licencias de Microsoft y fomentar la independencia tecnológica. Extremadura, Andalucía, Madrid, Castilla-La Mancha, Comunidad Valenciana y Cataluña fueron algunas de las regiones que emprendieron este camino. Pero, ¿qué sucedió con estas prometedoras iniciativas?

LinEx: La pionera de Extremadura

LinEx, lanzada por la Junta de Extremadura en 2001, fue quizás la más emblemática de todas las distribuciones autonómicas. Basada en Debian, LinEx estaba diseñada para ser fácil de usar, especialmente para aquellos acostumbrados a Windows. En sus primeros años, la adopción fue notable, con miles de instalaciones en escuelas y oficinas gubernamentales de la región. En 2003, Extremadura tenía la mayor densidad de ordenadores por estudiante de Europa, con un promedio de un ordenador por cada dos estudiantes, todos con LinEx instalado.

A pesar del éxito inicial, la distribución comenzó a perder relevancia con el tiempo. La llegada de alternativas como Ubuntu, también basada en Debian pero respaldada por una compañía global, y cambios políticos en la región contribuyeron a su declive. En 2011, la Junta de Extremadura transfirió el mantenimiento de LinEx a la fundación estatal CENATIC y dejó en manos de la comunidad de desarrolladores y usuarios la evolución del sistema. En 2016, la administración regional decidió abandonar LinEx en favor de Windows, citando la necesidad de mejorar programas cruciales como el sistema de salud Jara.

Guadalinex: La adaptación andaluza

Inspirada en LinEx, la Junta de Andalucía lanzó Guadalinex en 2004. Esta distribución siguió un camino similar al de su contraparte extremeña, con un respaldo inicial fuerte por parte de la administración autonómica. Sin embargo, tras la salida de Guadalinex v9 en 2014, el proyecto perdió impulso. En un intento de mantener viva la distribución, surgió una iniciativa comunitaria que lanzó una versión ‘v10 Edición Comunitaria’, pero tampoco tuvo continuidad.

Durante la pandemia, el gobierno andaluz retomó Guadalinex Edu, una edición centrada en el ámbito educativo. En 2021, Guadalinex Edu fue sustituida por EducaAndOS, también basada en Ubuntu y diseñada para su uso en las escuelas andaluzas. Recientemente, se ha anunciado una futura segunda versión de EducaAndOS, esta vez basada directamente en Debian.

MAX: La apuesta educativa de Madrid

La Comunidad de Madrid lanzó MAX (Madrid_LinuX) en 2003, con un enfoque predominante en el sector educativo. A diferencia de otras distribuciones autonómicas, MAX no intentó una implementación masiva en la administración pública regional. Este enfoque más centrado y específico permitió que el proyecto se mantuviera activo y sin altibajos hasta el día de hoy. La versión 11.5.1 de esta distro fue lanzada hace poco más de un año, demostrando una notable estabilidad en su desarrollo.

MoLinux y otras iniciativas

Castilla-La Mancha se sumó a la moda del software libre en 2004 con MoLinux, lanzando varias actualizaciones hasta 2010, cuando el proyecto fue discretamente abandonado. Por otro lado, la Comunidad Valenciana lanzó LliureX en 2005, una distribución basada en Ubuntu que sigue activa en el ámbito educativo. Cataluña, con Linkat, también centró su distribución en las escuelas y ha mantenido su desarrollo a lo largo de los años, aunque ha cambiado varias veces su base de SuSE a Ubuntu.

Reflexiones sobre el declive

El mantenimiento y las actualizaciones de estas distribuciones requerían recursos significativos. La descentralización de la administración pública española, propensa a reinventar la rueda en 17 versiones distintas, evidenció la falta de un soporte técnico adecuado. Además, la resistencia al cambio por parte de algunos usuarios y la decreciente popularidad del software libre como reclamo político contribuyeron a la decadencia de estas iniciativas.

A nivel técnico, mantener una distribución Linux requiere no solo de actualizaciones constantes para asegurar la seguridad y la compatibilidad con nuevas tecnologías, sino también de un equipo dedicado que pueda gestionar estas tareas. Muchas de las administraciones autonómicas no lograron dedicar los recursos necesarios para este mantenimiento, lo que resultó en sistemas desactualizados y vulnerables.

Conclusión

Las distribuciones de Linux autonómicas en España fueron un esfuerzo valiente y pionero por parte de varias comunidades para impulsar la independencia tecnológica y reducir costos. Aunque estas iniciativas no lograron perdurar en su mayoría, dejaron un legado importante en términos de innovación y experimentación en la administración pública. Hoy en día, algunas de estas distribuciones todavía existen en versiones adaptadas al ámbito educativo, pero la mayoría ha quedado como un recuerdo de una época en la que el software libre prometía cambiar el mundo.

Reflexiones adicionales

El futuro del software libre en la administración pública podría pasar por modelos híbridos que combinan lo mejor de ambos mundos: el software libre y el propietario. La clave estará en encontrar un equilibrio que permita aprovechar las ventajas de ambos sistemas, asegurando al mismo tiempo la sostenibilidad y la seguridad de las plataformas utilizadas.

 

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