Astrónomos europeos detectaron el pasado viernes 11 de marzo un nuevo asteroide que llegó sin avisar: 2022 EB5, de entre dos y cuatro metros de diámetro.

Menos de dos horas después de que se detectara su estela desde Hungría, el asteroide 2022 EB5 chocó contra la atmósfera terrestre al suroeste de la isla volcánica de Jan Mayen, en el mar de Noruega, en una zona al norte de Islandia y al este de Groenlandia.

La reciente colisión del asteroide con la Tierra fue equivalente a una décima parte de un bomba atómica de Nagasaki estimándose que la velocidad de entrada del asteroide fue de cerca de 18 km/s para un objeto con un diámetro de unos dos metros o a 15 km/s si tenía entre tres y cuatro metros.

Solo los asteroides cercanos de más de 140 metros de diámetro son considerados como potencialmente peligrosos, ya que los objetos de un tamaño inferior no suelen resistir al impacto en la atmósfera.

De hecho en Australia lleva desde hace tiempo funcionando la red de vigilancia Desert Fireball Network con una cincuentena de observatorios que miran constantemente el cielo de una tercera parte del pais. En la actualidad disponen de unos 1.5PB de imágenes creciendo unos 2TB al día. Dada la cantidad de datos no es posible enviarlos de forma remota a ningún repositorio central por lo que cada 1-2 años manualmente se cambian los discos duros que se cargan a un centro de supercomputación del país.

Recientemente han desarrollado un algoritmo de machine learning para que con ayuda de dichas fotos y el vuelo de drones autónomos se puedan localizar algunos de los “valiosos” fragmentos que llegan al suelo.

 

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