Últimamente parece que todo el mundo ha apostado por el hidrógeno como sustitutivo del petróleo como solución limpia al problema energético… aunque todavía quedan problemas por resolver.
La cada día más preocupante escasez de agua «pura» que se necesitará para su obtención podría ser un problema para un éxito temprano de dicha tecnología. Tampoco las pilas de combustible actuales son nada baratas porque dependen del platino y de otros metales preciosos para que sus reacciones electroquímicas funcionen de forma eficaz.
Las pilas de combustible de hidrógeno convierten el hidrógeno directamente en electricidad con sólo agua y una pequeña cantidad de calor como subproductos. Una parte fundamental de la pila de combustible es la reacción de reducción de oxígeno, un proceso extremadamente lento que tradicionalmente se acelera con platino y otros metales preciosos. Pero el platino tiene un precio prohibitivo
Las pilas de combustible alcalinas, más tolerantes, han ganado protagonismo, lo que plantea la posibilidad de que metales menos costosos, antes descartados por su vulnerabilidad a los entornos ácidos, puedan sustituir al platino en estas pilas de combustible más suaves de nueva generación. En la Universidad de Cornell se han propuesto diseñar un material barato, apto para una pila de combustible alcalina, que condujera la electricidad y catalizara la reacción anterior con la misma eficiencia que el platino.
El catalizador de nitruro de cobalto ha resultado ser «el claro vencedor» con una eficacia casi idéntica a la del platino y con un coste 475 veces menor.
Este ahorro puede contribuir a que las pilas de combustible de hidrógeno salgan finalmente del laboratorio y se empiecen a popularizar. Si son asequibles, las pilas de combustible podrían sustituir a los motores de combustión y a las baterías de los coches con una alternativa sostenible que, alimentada con hidrógeno, no necesite recargarse nunca y desperdicie tan sólo un 10% de la energía que se emplea para hacerla funcionar. En comparación, el motor de un coche típico desperdicia alrededor del 75% de su energía.
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