Un equipo de investigadores de la Universidad de Harvard ha ideado una técnica de almacenamiento de datos en formato digital que se basa en combinaciones de siete tintes fluorescentes disponibles en el mercado. Este nuevo y asombroso método para almacenar de manera barata y duradera grandes cantidades de información recurre, como no, a la QUÍMICA.

Los tintes se aplican mediante una impresora de chorro de tinta y se leen con un microscopio que puede detectar las diferentes longitudes de onda de luz que emite cada tinte.

A continuación, se descodifica el mensaje binario de las moléculas y este es convertido en texto, imágenes, videos o cualquier otra cosa que pueda almacenarse digitalmente.

La longevidad del almacenamiento molecular de datos es muy superior a la de los medios convencionales de almacenamiento digital de datos, como las unidades flash, los discos ópticos, las cintas magnéticas y los discos duros de computador. Además no son tan susceptibles a daños originados por el agua como ocurre en los tradicionales.

El nuevo método es de bajo costo y utiliza tecnologías comerciales existentes: la impresión por inyección de tinta y la microscopía de fluorescencia.

Podría ser especialmente útil para información cuyo almacenamiento es vital por motivos legales (registros financieros y jurídicos, por ejemplo) y en casos en los que el almacenamiento a largo plazo resulta también crucial, como con los datos científicos, por ejemplo los recogidos durante misiones espaciales.

Por otra parte aunque podría considerarse como un aspecto negativo el hecho de que la información almacenada en los tintes no es accesible vía internet, al menos de manera directa… esto facilitaría en gran medido el control de accesos no autorizados a la misma.

Desde el punto de vista de la “sostenibilidad” que cada vez nos preocupa más, la grabación de la información es relativamente barata y su lectura posterior puede hacerse sin necesidad de que el microscopio esté diseñado especialmente para esta tarea.

El mantenimiento de la información en su soporte no consume energía.

Las moléculas de tinte se dejan caer sobre una superficie de epoxi a la que se adhieren químicamente, fijando la información en su lugar.

Para traducir los bits de información de los distintos tintes, los investigadores utilizaron un código estándar.

Cada número, letra, pixel u otra unidad de información de los datos que se desea almacenar está representado por un grupo de unos y ceros, dependiendo de la presencia o ausencia de cada tinte.

Un microscopio de fluorescencia detecta la presencia o ausencia de las moléculas de tinte. Sabiendo qué tintes hay, se puede descodificar el mensaje binario.

En la versión actual de pruebas del sistema (todavía muy primitiva) la información puede leerse con una precisión del 99,6 por ciento.

En una superficie de 7,2 por 7,2 milímetros se ha conseguido escribir 1.407.542 bytes de información digital con los tintes… lo que no está nada mal en esta etapa de la investigación.

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