Datos del producto

Nombre del producto:Montaña Palentina / Fuentes Carrionas
Fabricante:Palencia
Precio:Menos de lo que te imaginas.
Venta:Compre y disfrute en vivo
Comentarios:En el FORO
Soporte:Seremos muchos los que te ayudemos en tu excursión de fin de semana (o de más días)

Datos de la revisión

Revisado por:Carlos Pérez (cpasoft)
Fecha revisión:30/08/2006
Compatible con:Aquellas personas que disfruten con la naturaleza.
Hardware empleado:Mi cuerpo y mi espíritu, amén de unas botas, unos pantalones, una gorra, una camiseta, etc.

Es posible que el reportaje no se lea bien. Para ver esta revisión sin frames ni paginación (mucho más cómodo de leer) pica AQUI.

El preámbulo

Cualquier amante de la montaña y la naturaleza y aficionado a Internet debería conocer la web de Mendiak, una de las mejores webs dedicadas al intercambio de experiencias en lo que a rutas senderistas y montañeras que hay en la red de redes se refiere. Este es mi caso particular, y hará cosa así de tres meses mi querido Messner publicó un mini-reportaje sobre una excursión en la zona de la montaña Palentina (Fuentes Carrionas) que discurría entre Cardaño de Arriba y el Peña Prieta, pasando por la Poza de las Lomas y el pico TresProvincias.

Animado a emular dicha “hazaña”, y con todos los datos ofrecidos por dicho usuario, preparamos la excursión y este último fin de semana de Agosto era el momento adecuado para hacerla…

En marcha

Parecía mentira que ya fuera viernes. Había salido de trabajar y ya tenía todo preparado. Habíamos quedado a las cinco de la tarde para salir dirección Triollo, localidad donde habíamos reservado las habitaciones. El camino es bastante cómodo, y lo realizamos vía carretera N-611 (Palencia – Santander), la cual se está

Hostal Las Montañas (Triollo)

convirtiendo a marchas forzadas en Autovía, y que abandonaríamos a la altura de Herrera de Pisuerga para ir dirección Cervera y posteriormente enlazar con la P-210, conocida familiarmente como la Ruta de los Pantanos, para en poco más de veinte minutos llegar a Triollo.

Como habíamos llegado relativamente pronto, decidimos ir a dar un liviano paseo dirección Vidrieros, y así contemplar el esbelto y sólido perfil del Curavacas. La noche se nos echaba encima, y como el día siguiente se presentaba bastante largo, decidimos cenar prontito. Lo hicimos en el mismo Hostal donde nos encontrábamos hospedados. Degustamos una rica y fresca ensalada de primero, con productos claramente de huerta, y una truchita a la espalda, muy afamadas por estos lares, de segundo. Estas cenas están basadas en menú, que junto con la bebida (vino tinto, gaseosa y agua) y el postre (natillas) sale a un precio de unos diez euritos por persona, donde ya va incluido el café (muy rico, por cierto) y la propinilla. A poco más de las doce de la noche nos encontrábamos ya cada uno en sus respectivas habitaciones. Sin duda, los dos próximos días iban a ser duros físicamente hablando.

Primera Jornada

Uno de los fallos del sitio donde nos hospedábamos era sin duda el servicio de desayunos, ya que no los preparan hasta las nueve de la mañana, por lo que madrugar más es tontería si no puedes tomar un tentempié como Dios manda. Así que, decidimos quedar a dicha hora en el bar del Hostal. Allí nos sirvieron unos tazones de café con un cacho de bizcocho; poco más había para escoger, la verdad.

Tras el desayuno nos dirigimos a la vecina población de Cardaño de Arriba, desde donde iniciaríamos la marcha del primer día. Poco más tarde de las diez y cuarto estábamos ya caminando. Justo a la entrada del pueblo han creado un aparcamiento donde podemos observar un panel informativo con la ruta más sencilla, la llamada Senda del Pozo de las Lomas. Nosotros la alargaríamos hasta Peña Prieta, pasando a su vez por el pico TresProvincias, idea que ya ha tenido más gente y lo ha plasmado en el propio cartel, ya que han pintado con rotulador ambas cumbres.

El camino se inicia por una senda bien marcada y ancha que comienza desde el aparcamiento a la vera del Arroyo de las Lomas, aunque también se puede hacer desde el otro lado del mismo, al final del pueblo por una pista que arranca tras la iglesia. Nosotros elegimos la primera alternativa, dejando por tanto el arroyo a nuestra derecha. El camino es bastante cómodo y apenas con pendiente. Se pueden disfrutar de diferentes pocitas y cascaditas a lo largo del camino, así que si la hacéis en verano no sería mala idea cargar con el bañador. El agua es el claro protagonista de esta parte del recorrido, y tenemos un par de fuentes en este tramo. También, si vamos muy atentos, podremos comprobar la unión de los Arroyos Hontanillos y Lomas. Nosotros seguiremos a la diestra de este primero para cruzarlo unos metros más arriba y volver a retomar el Lomas que nos acompañará hasta la Campiza.

Aún tenemos un buen tramo más de camino cómodo, precisamente hasta alcanzar la Campiza, donde tras cruzar el Lomas, el camino se pone un poquito pendiente. Estos primeros repechos se pueden hacer un pelín duros, pero enseguida se vislumbran las agujas que te hacen olvidar estos primeros esfuerzos. Tras aproximadamente una hora y media y tras superar unos seiscientos metros de desnivel habremos alcanzado la bifurcación que nos lleva, por el camino de la izquierda hasta los lagos del Pozo de las Lomas, y por la derecha a la zigzagueante sendita que nos llevará al cordal del Alto de Fuentes Carrionas. Desde este punto, la distancia a las lagunas es muy escasa, así que en poco menos de cinco minutos estamos ante ellas. Una paradita para disfrutar de las vistas y hacer unas cuantas fotos, amén de tomar un pequeño tentempié y recuperar algo de líquido.

El Pozo de las Lomas
Las Agujas

Subida en ZigZag hasta la cordal del Alto de Fuentes Carrionas

Los datos hasta el momento han sido de setecientos metros de desnivel en una distancia de seis kilómetros. El único tramo un poco duro ha sido desde la base de la Campiza hasta el Pozo de las Lomas, sin embargo las cosas van a cambiar en muy poco tiempo; justo el tiempo que tardamos en desandar el camino hasta el punto de intersección antes comentado. Ahora tomaremos el camino de la derecha, que ahora se encuentra a nuestra izquierda ya que estamos volviendo, y que nos llevará al alto de Fuentes Carrionas. Desde aquí, y en poco menos de dos kilómetros, deberemos superar un desnivel de cuatrocientos metros, y que si las matemáticas no me fallan, da una media de un veinte por ciento de desnivel. Sin embargo, no es insuperable, se sube sin demasiada dificultad a través de un canchal en el que se ha formado un camino muy zigzagueante. Resulta incluso curioso y divertido ver como suben o bajan otras personas a través de la loma. Quizá se pueda hacer un pelín largo, pero conforme tomamos altura las vistas van tomando un aspecto insuperable. Tras el último esfuerzo nos encontramos en el medio de la cordal desde donde podremos observar, por un lado, las lagunas que forman el Pozo de las Lomas, y por el otro, las lagunas de Fuentes Carrionas; todo un espectáculo visual.

El Pozo de las Lomas desde la subida a la cordal
Lagunas de Fuentes Carrionas

Ya, y desde el cordal, llegar al TresProvincias resulta bastante trivial. Basta con seguir el mismo y en unos quinientos metros alcanzamos la cima del TresProvincias tras una última trepadilla. Este pico recibe dicho nombre debido a que sirve como delimitador de las mismas. En dicho punto convergen las provincias de Palencia, Cantabria y León. Desde arriba las vistas son aún más espectaculares. Desde esta posición, y con un día despejado, seremos capaces de ver los tres macizos de los Picos de Europa, así como los picos vecinos como son el Espigüete, el Curavacas, el Pico Murcia y nuestro próximo destino, el Peña Prieta. Antes de empezar nuevamente a avanzar, creo que es lo justo disfrutar de la vista, tomar aire, recuperar líquidos y por supuesto hacer unas bonitas fotografías. Es una pena que las cámaras no sean capaces de plasmar la inmensidad de estos parajes, pero al menos nos podemos hacer una pequeñísima idea de lo que se siente ahí arriba.

La cara norte del Espigüete desde el pico TresProvincias
Pozo de los Altares desde el pico TresProvincias
Pico TresProvincias. Cada uno en una provincia.

Pocos metros separan este pico con nuestro último objetivo, el Peña Prieta. Se trata de una mole de piedra que se cuelga como si fuera un balcón encima del nacimiento del río Frío. El acceso al mismo se realiza por una pedrera que une a este con el TresProvincias. Poco más de quince minutos son necesarios para llegar al mismo. Nuevamente podemos gozar con la vista que se disfruta desde este natural mirador. En la cima nos encontramos con un buzón y un vértice geodésico, o lo que queda de el.

Trazado desde el TresProvincias al Peña Prieta
En lo alto del Peña Prieta. Un pequeño buzón y los restos del vértice.
Vista del recorrido del Río Frío desde Peña Prieta
Al fondo, entre nubes, los Picos de Europa.
La cordal que une el Peña Prieta con el TresProvincias

Tras unos minutos de regocijo viendo el paisaje, era hora de realizar el viaje de vuelta. La idea original hubiera sido seguir el cordal hasta alcanzar el puerto de San Glorio donde finalizaría la travesía, pero debido a un imprevisto de última hora y no disponer de un coche de apoyo allí, hizo que el camino de regreso fuera por el mismo sitio, con lo que no había más que retroceder nuestros pasos.

De vuelta de Peña Prieta, una nueva mirada a las Lagunas de Fuentes Carrionas
Tras bajar de la cordal, un último vistazo a las agujas
Moviendo un poquito el carrillo.

La bajada se hace muy rápida. El terreno no es demasiado complicado y eso permite que la velocidad sea cómoda y rápida. En poco más de una hora habíamos bajado hasta cerca de la Campiza donde aprovechamos para comer. Hacía un poco de viento, así que nos buscamos el cobijo de una gran piedra que nos tapara del viento. Un trozo de empanada y unas ensaladitas después, ya estábamos preparados para concluir mediante un agradable paseo una jornada inolvidable por estos parajes. Nuevamente nos quedamos absortos viendo la cantidad de pocitas y pequeños saltos de agua que se disfrutan en el mismo, con unas aguas completamente transparentes que sin duda invitan al baño. No obstante, seguro que el agua está muy fresquita y solamente válida para los más atrevidos; nosotros nos quedamos con ganas de probarla. Todo había salido a pedir de boca, y si no hubiera sido por la bruma y las nubes que nos fastidiaron un poquito las vistas, hubiese sido un día completamente perfecto, pero no se puede tener todo.

Una de las innumerables pocitas que se pueden disfrutar.

Eran las siete menos cuarto de la tarde cuando llegamos finalmente al coche. En total habían sido ocho horas y media de travesía, de las cuales cinco horas y media fueron de marcha, y el resto de disfrute paisajístico y confraternal. Un total de 25 kilómetros y una ascensión acumulada de 1.348 metros completan los datos estadísticos de la jornada.

Perfil de la ruta (pica en la imagen para descargar el track)

Ya en el coche nos dirigimos hacia el Hostal para cenar y reposar nuestros cuerpos. Antes deberíamos pasar por el inevitable brindis por lo bien que lo habíamos hecho y lo mucho que habíamos disfrutado. A demás, este brindis se lo dedicábamos a mi querido Pepín que, por una desgracia de última hora, se había perdido esta magnífica excursión. Sin embargo no nos iba a resultar muy fácil; una “vaca guardia” nos pedía peaje para pasar un estrecho puente. Tras una amena “charla” con ella al estilo “muuuu…mu.muuuu” parece que entró en razón y nos dejó pasar.

La “Vaca Guardia”
El Brindis

Una vez llegados al Hostal, y antes de la pertinente ducha y cambio de ropa, había que pasar por el obligatorio ritual del brindis. Cuatro “cañones” de cerveza nos servirían para este menester. Sé de alguno que se le va a poner los dientes largos al ver la foto, ¿verdad Pepín?. El brindis fue, como no podría ser de otra forma, a tu salud. ¡¡¡En el próximo te esperamos!!! .

Tras una duchita pasamos a la cena. Teníamos el cuerpo un tanto destemplado por el viento frío que se había levantado, así que lo mejor para atemperarnos fue introducir en nuestros hambrientos cuerpos una buena sopa de ajo, que rica que me supo, un filete de ternera de Cervera y un mousse de Limón, que más bien era crema, pero estaba deliciosa. El coste, el mismo que el día anterior, diez euros con café y propina incluida. El día llegaba a su fin, y la mañana siguiente prometía nuevas emociones, así que lo mejor sería acostarnos relativamente pronto. Sin embargo siempre se hace hueco para tomar una copichuela antes de retirarnos y así hicimos. Un cubatita de habana 7 sería la excusa ideal para charlar amenamente y contar unos chistes.

Segunda Jornada

Nos levantamos un tanto tarde. Eran cosa así de las diez de la mañana cuando nos reunimos para desayunar. Esta vez teníamos más variedad para elegir, y nos decantamos por unas tostaditas de pan con mantequilla y mermelada, así como unos trocitos de bizcocho que nos encantó del día anterior. Ya con las pilas cargadas era hora de decidir que hacer. Finalmente la intrépida Serpa y yo decidimos subir al Espigüete.

Panorámica de la cara sur del Espigüete. Ascenso por la pedrera.
Camino Binesa (al fondo el Espigüete en su cara sur)

Había leído bastante al respecto del ascenso al mismo. En teoría, la ruta no debería suponer más de seis horas, así que si iniciábamos la misma a las doce de la mañana, a las seis de la tarde deberíamos estar de vuelta listos para merendar todos juntos. Cual equivocado estaba.

El inicio de la ascensión la realizamos desde Cardaño de Abajo vía pedrera sur, la presumible ruta más habitual y sencilla. Dejamos el coche en la plaza del pueblo y de ahí cogimos una pista conocida con el nombre de Camino de Binesa. Es una pista ancha que transcurre en parte entre hayedos. El sol era abrasador y las estábamos pasando canutas pensando en que la verdadera ascensión se nos haría un infierno. Conforme íbamos adquiriendo altura el viento hacía acto de presencia. No era un viento fuerte, era más bien una brisa fresca que se agradecía un montón. En las zonas sombrías del camino hasta hacía fresquito y todo. Una hora tardamos en hacer esta parte del recorrido en la que apenas se suben doscientos metros de desnivel en poco menos de cinco kilómetros. Todo parecía cuadrar en lo que a horarios se refiere, al menos hasta este momento. Una vez en este punto se abandona la pista para tomar un zigzagueante senderito que asciende a la base del Espigüete, conocida como Fuente el Caño. Una vez aquí ya te puedes ir despidiendo de un camino marcado; aquí cada uno se las deberá ingeniar como pueda. En teoría hay dos rutas habituales a través de la pedrera sur. Las dos nacen del mismo punto, que se encuentra más o menos a la mitad de la misma, pero una se va hacia la pared derecha y otra por la izquierda.

Recorrido simulado de las dos posibles alternativas a través de la pedrera

Yo llevaba un track que indicaba que el camino de la izquierda sería el más cómodo, así que siguiendo las indicaciones del Compe fuimos tomando altura. El primer tercio de la ascensión se realiza sin demasiada dificultad, pero poco a poco veíamos que dicho camino nos enriscaba cada vez más. A uno que no le gustan los pasos muy estrechos y que odia los patios, sin duda este camino no se le hace demasiado aconsejable. En cuatro o cinco ocasiones tuvimos que retroceder al ver que la viabilidad de continuar se hacía cada vez más penosa. Ya, con la moral un poco por los suelos al no encontrar un sólo hito, vimos bajar a una persona a toda velocidad por el lado contrario. Decidimos entonces cruzar toda la pedrera desde el lado izquierdo, donde nos encontrábamos, hacia el derecho por donde bajaba esta persona con síndrome de Speedy Gonsales. Habíamos perdido mucho tiempo en intentar subir por la izquierda, así que mejor sería asegurar e ir por donde veíamos que la gente lo hacía. Una vez a su altura le preguntamos, y el muy amablemente nos indicó que lo mejor era subir por donde el estaba bajando. Se trata de pegarse al paredón derecho de la pedrera, y poco a poco alcanzar altura. Sin embargo, el odioso canchal hace que cada metro que avanzas, retrocedas cuatro debido a la cantidad de piedras que se desprenden. La ascensión se hace muy muy lenta y costosa. Cuando parecía que teníamos el collado principal al alcance de nuestras manos, nos encontramos a una pareja que bajaba por el mismo camino. Les preguntamos por el estado del camino más arriba y cuanto nos quedaba más o menos. Yo, que más o menos me iba haciendo un cálculo, sospechaba que en unos quince o veinte minutos llegaríamos arriba; nuevamente erraba en mis cálculos. Ellos, muy seguros de lo que decían, nos comentaron que tardaríamos unos cuarenta y cinco minutos, más o menos, si no parábamos demasiado. Pero joer!!, si ya estaba ahí cerquita, cómo podía ser. Pues nada, a apretar los dientes y a seguir subiendo. Menos mal que el viento hacía agradable el ascenso y para nada hacía calor. Es más, yo creo que era la temperatura ideal. Cielo despejado, no demasiado calor, unas vistas hasta el infinito y más allá… perfecto en este aspecto.

Detalle de la pendiente en los primeros tramos de la ascensión. Detalle de la pendiente a mitad de ascensión. Que vértigo.
¿Último repecho? No, Nos quedan cuarenta minutos hasta la cumbre. Vistas desde tres cuartas partes de la ascensión. No te resvales que te matas.
Esta trepadita y llegas por fín a la cumbre.

Tras unos eternos cincuenta minutos, por fin habíamos llegado al collado que une la cima principal oeste con el resto del cordal de esta montaña. Allí era momento de sentarse y relajarse para superar el último tramito hasta la cima principal. El primer vistazo fue un tanto confuso. Parecía que la vertiente era muy estrecha, y la caída muy alta, vamos que si te caes te matas. Entre trago y trago de agua, otra pareja bajaba desde dicha cima. Estuvimos un rato charlando con ellos, y lógicamente les preguntamos por el tramito que nos quedaba. Por fin!!!, una respuesta positiva. El chico, muy amablemente nos dijo que no nos quedaba nada, que no llega a cinco minutos alcanzar la cima, y que esta se realiza por un camino cómodo y ancho. Sin duda nos animó mucho para realizar nuestro último esfuerzo. Efectivamente en menos de cinco minutos estábamos junto al vértice geodésico y en situación de buscar el geocaché. ¿Qué cuentas?, dirán ustedes. Pues resulta que en la cima del Espigüete, los buenos de José Carlos y Jesús Ángel han colocado este geo-tesoro. La verdad que entre tanta piedra la búsqueda se hace un tanto dificultosa, pero uno, que ya está algo curtido en esto de los geocachés, lo encontró sin demasiados problemas.

Resulta un tanto difícil explicar lo que se siente estando allí arriba. Te sientes como una miga de pan en medio del océano. Las vistas eran increíbles, aunque el estado tan lamentable de los embalses, prácticamente vacíos, hacía entristecer un poco el paisaje. Era posible incluso contemplar la curvatura de la tierra, y la vista se perdía en el horizonte. Es una pena que las cámaras no capten esta sensación de profundidad. Desde luego, tengo que comprarme un filtro polarizador, que mejoran en gran medida las fotos panorámicas desde las cumbres de las montañas.

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Panorámica desde el Espigüete hacia el sur. Al fondo, la meseta Castellana.