Un estudio científico reciente ha descubierto que determinados tipos de música —específicamente música “alegre” o “suave”— pueden reducir significativamente los síntomas del mareo por movimiento. En el experimento, los participantes fueron sometidos a una simulación de conducción que inducía mareo y luego escucharon distintos géneros musicales. Aquellos que escucharon música alegre o tranquila vieron cómo sus síntomas se reducían hasta en un 57 % respecto al inicio. Este hallazgo apunta a una estrategia no farmacológica, segura y accesible para quienes sufren de mareos en coche, barco o avión. A continuación, analizamos los mecanismos fisiológicos implicados, los detalles técnicos del estudio y qué puede significar para el viajero habitual.

¿Qué ha descubierto la ciencia sobre la música y el mareo?

La investigación, publicada en la revista Frontiers in Human Neuroscience, incluyó 30 participantes con sensibilidad moderada al mareo inducido. Utilizando un simulador de conducción calibrado para provocar malestar, los investigadores monitorizaron la actividad cerebral mediante EEG (electroencefalograma) para identificar cómo cambiaba la función del cerebro según la intervención musical. Puedes consultar el artículo original en Frontiers in Human Neuroscience.

En concreto, los grupos que escucharon música alegre registraron una reducción del 57,3 % en los síntomas de mareo, mientras que la música suave obtuvo una reducción del 56,7 %. El grupo que no escuchó música (“reposo natural”) alcanzó una reducción del 43,3 %, y quienes escucharon música de tono triste apenas redujeron sus síntomas un 40 %, incluso peor que el mero reposo, según informó The Independent.

Desde una perspectiva técnica, los investigadores observaron que los valores de complejidad del EEG en la región occipital (vinculada al procesamiento visual) disminuían cuando los sujetos referían sentir mareo, y volvían a niveles más altos cuando mejoraban. Esto indica que el mareo por movimiento se asocia a una reducción de la actividad del lóbulo occipital, y que la intervención musical favorece el retorno a un patrón cerebral más “normal”. Así lo detalló News Medical.

El estudio sugiere que la música actúa a través de dos mecanismos combinados: primero, reduce la tensión emocional (por ejemplo, aliviando la ansiedad anticipatoria de marearse), y segundo, puede distraer al cerebro al activar sistemas de recompensa y atención, de modo que la experiencia de malestar disminuye. Un análisis similar fue publicado por Gizmodo.

Profundizando en el mecanismo técnico y los datos

Para entender mejor qué ocurrió, conviene señalar algunos parámetros del experimento. Los investigadores seleccionaron rutas de conducción simuladas con distintas curvas, relieves y duraciones superiores a los cinco minutos para inducir el efecto de “conflicto visual‐vestibular”. Este conflicto es la base fisiológica del mareo por movimiento: el sistema vestibular interno detecta aceleraciones o giros que no se corresponden con la información visual, y el desequilibrio provoca náuseas, sudoración o palidez. Esta explicación también se detalla en el artículo de News Medical.

Los participantes llevaban un casco EEG con electrodos distribuidos, incluida la región occipital, para registrar la actividad cerebral antes (línea de base) y tras la conducción simulada. Luego, los sujetos escucharon música durante 60 segundos, tras lo cual se volvió a preguntar su nivel de mareo mediante escala de auto-informe. La metodología fue descrita por Science Alert.

En los análisis objetivos, se extrajeron características tanto del dominio de frecuencia (por ejemplo, potencia en bandas theta y alpha) como del dominio temporal (estadísticas de señal instantánea) para entrenar modelos de machine learning —como redes neuronales BP, SVM o KNN— capaces de reconocer el estado de mareo. En la región occipital, un modelo BPNN entrenado alcanzó una precisión del 85,6 % después de 1.980 iteraciones, según datos de News Medical.

Desde un punto de vista cuantitativo, la reducción del mareo del 57,3 % para música alegre y 56,7 % para música suave frente al 43,3 % del grupo control es relevante: significa una mejora de unos 14-15 puntos porcentuales respecto al reposo. Es decir, si en su estado inicial alguien valoraba su mareo con un “100 %” de intensidad relativa, tras escuchar música alegre podría quedar en un 43 % de esa intensidad, mientras que sin música quedaría en torno al 57 %.

La implicación técnica es que la música adecuada puede acelerar la recuperación de un estado inducido de desorientación sensorial al reducir la tensión del sistema nervioso simpático y permitir una renormalización del procesamiento visual y vestibular. Por ejemplo, una disminución en la complejidad de la señal EEG sugiere que el lóbulo occipital entra en un estado de menor variabilidad dinámica, lo cual se correlaciona con el malestar; revertir esa “subactividad” parece crucial para el alivio.

¿Qué puede hacer una persona que suele marearse en los viajes?

Para quienes cada vez que suben en coche, barco o avión comienzan a sentir náuseas, el estudio sugiere varias recomendaciones basadas en estos hallazgos. Primero, elegir música alegre o suave cuando el mareo aparece puede ser útil: un tempo moderado, tonos mayores, melodía reconocible y sin excesiva introspección emocional parecen los más eficaces. En segundo lugar, conviene evitar música triste o demasiado lenta en momentos de malestar, ya que en el estudio se asoció con peores resultados. Y en tercer lugar, puede ser interesante combinar esta estrategia con otras prácticas conocidas: fijar la vista en el horizonte, ventilar el espacio, minimizar el uso de pantallas y utilizar auriculares si hay ruido ambiental.

Por otra parte, conviene tener en cuenta que el estudio se realizó en un simulador de conducción, no en un entorno real, lo que limita la extrapolación directa. Los investigadores reconocen la necesidad de ensayos con más participantes y en condiciones reales para confirmar los efectos, como explican en Frontiers in Human Neuroscience.

Si estás planeando un viaje, podrías crear una lista de reproducción específica para cuando notes los primeros síntomas. Canciones con un ritmo de entre 100 y 110 bpm, tonalidad mayor y sin letras tristes parecen las más eficaces. Algunos algoritmos podrían incluso adaptar la música según tus reacciones fisiológicas, aunque esta posibilidad aún se encuentra en fase experimental.

Reflexiones adicionales

El hallazgo abre un camino interesante porque aborda el problema del mareo de forma no farmacológica: sin somnolencia, sin efectos secundarios típicos de los medicamentos (como los antihistamínicos o anticolinérgicos) y con un coste prácticamente nulo. En un contexto en el que los desplazamientos son cada vez más largos y frecuentes, disponer de una herramienta tan simple como reproducir música adecuada puede marcar la diferencia para muchas personas.

Desde un punto de vista técnico, este tipo de intervención sugiere futuras aplicaciones en entornos de transporte y realidad virtual. Por ejemplo, los vehículos autónomos podrían incorporar algoritmos de ajuste musical automático en función del estado fisiológico del pasajero, medido mediante sensores EEG o de frecuencia cardíaca. También sería posible desarrollar sistemas de audio “inteligentes” en aviones o trenes que adapten la música ambiental para reducir el malestar colectivo.

Aun así, los expertos insisten en la necesidad de replicar los resultados en muestras más amplias y en diferentes condiciones ambientales. Queda por estudiar cuánto dura el efecto y si depende del tipo de transporte o del perfil auditivo del oyente. En cualquier caso, la evidencia disponible indica que la música no solo entretiene, sino que puede ser un modulador fisiológico útil frente a los síntomas del mareo.

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