Medir el ritmo cardíaco es un indicador básico y crucial de la salud. Hasta ahora, esto requería pulseras inteligentes, monitores de pecho o sensores específicos. Sin embargo, ingenieros de la Universidad de California-Santa Cruz han desarrollado Pulse-Fi, un sistema capaz de monitorizar el ritmo cardíaco usando señales Wi-Fi convencionales, sin necesidad de dispositivos portátiles. Gracias a un modelo de aprendizaje automático entrenado con datos de más de cien voluntarios, el sistema detecta pequeñas variaciones en la señal causadas por los latidos del corazón. Pulse-Fi funciona con hardware económico, como una Raspberry Pi de 30 dólares o un módulo ESP32 de 5 dólares, y puede medir el ritmo cardíaco con una precisión de medio latido por minuto a distancias de hasta tres metros. Esta tecnología promete aplicaciones en hogares, clínicas y entornos con pocos recursos, así como futuras expansiones para monitorizar la respiración o condiciones como la apnea del sueño.

Cómo funciona Pulse-Fi: la ciencia detrás del Wi-Fi y el corazón

Pulse-Fi se basa en un principio técnico sencillo pero potente: las ondas Wi-Fi se alteran levemente cuando interactúan con el cuerpo humano. Cada latido genera perturbaciones mínimas que modifican la señal transmitida. El sistema coloca un transmisor que envía la señal y un receptor que recoge las variaciones. Un modelo de aprendizaje automático entrenado con datos de voluntarios en distintas posiciones —sentados, de pie o recostados— filtra el “ruido” ambiental y extrae las oscilaciones vinculadas al pulso.

Técnicamente, el sistema analiza cambios en la amplitud y la fase de la señal Wi-Fi con alta resolución temporal, procesando las ondas en microsegundos para detectar variaciones de apenas fracciones de milímetro en la vibración corporal causada por la expansión y contracción del pecho. En pruebas de laboratorio, Pulse-Fi demostró ser capaz de medir el ritmo cardíaco con una precisión de medio latido por minuto después de solo cinco segundos de señal. Además, la distancia máxima efectiva probada alcanzó los tres metros, suficiente para habitaciones estándar o entornos clínicos pequeños (University of California-Santa Cruz).

El interés de esta técnica radica no solo en la precisión, sino en la no intrusividad: no se requiere que la persona lleve un dispositivo puesto, lo que abre la puerta a monitorización continua de ancianos, pacientes en recuperación o personas que no toleran sensores portátiles.

Hardware accesible: democratizando la monitorización cardíaca

Uno de los aspectos más llamativos de Pulse-Fi es que no necesita equipos sofisticados. La investigación demostró que una Raspberry Pi económica, alrededor de 30 dólares, o incluso un módulo ESP32 de 5 dólares, puede ejecutar el sistema. Esto implica que cualquier hogar o clínica con infraestructura básica de Wi-Fi puede convertirse en un entorno de monitorización de signos vitales.

En términos técnicos, la configuración utiliza la capacidad de los módulos Wi-Fi para enviar señales a frecuencias estándar de 2,4 o 5 GHz, midiendo la modulación provocada por los movimientos corporales. Luego, los algoritmos de filtrado eliminan interferencias causadas por otros dispositivos electrónicos o movimientos ambientales. La combinación de hardware asequible y procesamiento eficiente permite obtener datos clínicamente relevantes sin necesidad de pulseras inteligentes costosas o monitores de ECG tradicionales.

Además, la simplicidad de la instalación abre oportunidades en entornos de bajos recursos o áreas rurales, donde los sistemas de monitorización de salud suelen ser inaccesibles por su coste o complejidad. Pulse-Fi ofrece así un puente entre innovación tecnológica y accesibilidad sanitaria.

Aplicaciones potenciales y expansión a otros signos vitales

Aunque la primera versión de Pulse-Fi se centra en medir el ritmo cardíaco, el equipo de la Universidad de California-Santa Cruz ya trabaja en expandir su alcance. El sistema podría monitorizar la respiración, lo que abre posibilidades para la detección temprana de condiciones como apnea del sueño o problemas respiratorios crónicos.

A nivel técnico, esto se logra analizando frecuencias de oscilación más lentas que las del pulso, asociadas a la expansión y contracción de los pulmones. El aprendizaje automático se ajusta para diferenciar los patrones respiratorios de los latidos cardíacos y del movimiento ambiental. Esta dualidad de medición permitiría, por ejemplo, controlar la recuperación de pacientes postoperatorios o detectar irregularidades en tiempo real en personas mayores que viven solas.

Además, el hecho de que la tecnología sea contactless permite su integración en entornos clínicos o domésticos sin alterar la rutina de los usuarios. La capacidad de medir signos vitales a distancia podría complementar dispositivos tradicionales, reducir la dependencia de monitores portátiles y minimizar el riesgo de infecciones al eliminar contacto directo con sensores.

Retos y limitaciones técnicas

A pesar de su potencial, Pulse-Fi enfrenta desafíos. La señal Wi-Fi puede sufrir interferencias por múltiples factores: presencia de paredes, movimiento de objetos o personas, y saturación de la red. Los investigadores han trabajado con algoritmos de filtrado para mantener la precisión, pero la consistencia en entornos muy dinámicos todavía es un área de mejora.

Otra limitación es la distancia: aunque el sistema funciona hasta tres metros, habitaciones más grandes o viviendas con múltiples paredes pueden requerir repetidores o transmisores adicionales. El aprendizaje automático necesita adaptarse a distintos tipos de cuerpos, posiciones y estilos de respiración, lo que implica ampliar la base de datos de entrenamiento. Sin embargo, los primeros resultados son prometedores y muestran que incluso configuraciones económicas pueden ofrecer mediciones clínicamente válidas.

Contexto global: impacto en hogares y clínicas

Pulse-Fi se presentó hace un par de meses en la International Conference on Distributed Computing in Smart Systems and the Internet of Things 2025 en Toscana, Italia. La tecnología apunta a un futuro donde los hogares ya no necesitarán dispositivos especializados para monitorizar la salud, aprovechando la Wi-Fi ya existente. Este enfoque tiene un doble beneficio: reduce costos y respeta la privacidad, evitando cámaras o sistemas invasivos.

Para las instituciones sanitarias, Pulse-Fi puede convertirse en una herramienta para monitorización continua de pacientes, especialmente ancianos en residencias o personas con enfermedades crónicas. La simplicidad del sistema permite desplegarlo rápidamente en múltiples habitaciones sin requerir entrenamiento especializado, y la integración con software de análisis de datos facilita alertas automáticas ante anomalías.

Reflexiones finales

La propuesta de Pulse-Fi abre un camino hacia la monitorización de la salud sin contacto directo, combinando Wi-Fi, aprendizaje automático y hardware asequible. Técnicamente, representa un avance en la forma en que los sistemas inalámbricos pueden ser reutilizados como sensores biométricos precisos. Su precisión, económica accesibilidad y facilidad de instalación sugieren un futuro donde el control de signos vitales no dependerá de dispositivos portátiles ni equipos clínicos costosos.

El impacto potencial es amplio: hogares, clínicas y entornos de bajos recursos podrían beneficiarse de monitorización continua, y la expansión a la respiración y otros parámetros vitales podría mejorar la prevención y detección temprana de enfermedades. Aunque aún quedan desafíos técnicos y limitaciones de señal, los resultados iniciales son sólidos y muestran que la tecnología es viable incluso con hardware básico.

En definitiva, Pulse-Fi ofrece un ejemplo de cómo la infraestructura existente de Wi-Fi puede transformarse en un sistema de salud invisible, práctico y escalable, con aplicaciones inmediatas en medicina domiciliaria, teleasistencia y seguimiento de pacientes en residencias de mayores (CNET).

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