Investigadores japoneses y egipcios han descubierto una sorprendente anomalía cerca de la Gran Pirámide de Giza mediante técnicas no invasivas. Se trata de una estructura en forma de “L” junto con una zona subterránea con alta resistividad eléctrica. Podría tratarse de una entrada a cámaras ocultas u otras edificaciones enterradas, lo que abre la posibilidad de nuevos descubrimientos arqueológicos. Este artículo explora el método empleado, las implicaciones del hallazgo, comparaciones con estudios previos y su relevancia para el conocimiento de la civilización del Antiguo Egipto.
Métodos modernos para explorar bajo la arena
El avance principal radica en el uso de radar de penetración terrestre (GPR) y tomografía por resistividad eléctrica (ERT), empleados por el equipo de la Universidad de Tohoku dirigido por Motoyuki Sato. El GPR ha permitido detectar estructuras conocidas, como barcos vikingos y ciudades romanas enterradas, sin excavar físicamente. En Giza, detectaron una estructura en “L” situada a unos dos metros de profundidad, de unos 10 metros de longitud y rellena tras su construcción. Bajo ella, a entre 5 y 10 metros bajo la superficie, se identificó una zona con resistividad eléctrica elevada, lo que sugiere materiales poco conductores como arena, grava o posibles cavidades de aire .
¿Una entrada a cámaras desconocidas?
El equipo cree que la forma afilada de la estructura descarta una formación natural. La combinación de la estructura superficial en “L” y la región profunda podría marcar un corredor o pasadizo que conecta con lo que podría ser una cámara funeraria o sala oculta. Según la publicación en Archeological Prospection, esta zona está ubicada en el Cementerio Oeste, destinado a nobles y altos oficiales de la IV Dinastía, lo que sugiere la existencia de tumbas aún no descubiertas. Sin embargo, por ahora no hay confirmación física, siendo necesaria una exploración directa o más análisis con métodos no invasivos.
Contexto en la investigación de Giza
Este descubrimiento se enmarca en una doble tendencia: por un lado, la tendencia moderna a emplear tecnologías como GPR, ERT y la radiografía de muones, y por otro, la idea de que aún quedan secretos por descubrir incluso en sitios tan estudiados como Giza. Por ejemplo, experimentos previos con muones detectaron el “Gran Vacío” debajo de la Gran Galería de la Pirámide de Keops, un espacio de unos 30 m que se ignoraba hasta 2017,. Investigaciones posteriores reforzaron el uso de muones para crear modelos tomográficos del interior de las pirámides. El nuevo estudio complementa estas técnicas y ayuda a desvelar áreas periféricas menos excavadas, como el Cementerio Oeste.
Relevancia arqueológica e implicaciones futuras
El descubrimiento tiene relevancia por varias razones. Primero, podría redefinir nuestra comprensión del diseño funerario del Antiguo Egipto, al descubrir cámaras secundarias asociadas a estructuras reales. Segundo, muestra que incluso en áreas muy estudiadas, el uso de tecnología avanzada puede revelar nuevos vestigios. Finalmente, abre una ventana para seguir explorando con seguridad y eficiencia, evitando daños a estructuras milenarias. Para confirmar la hipótesis de una entrada funcional, será necesario continuar el análisis combinado con GPR, ERT y posiblemente muones, antes de plantear excavaciones físicas.
Conclusión
Este hallazgo representa un paso significativo hacia el descubrimiento de espacios ocultos junto a las pirámides de Giza. Aunque aún sin confirmación, la estructura en “L” y la anomalía profunda subrayan el potencial de las técnicas geofísicas no invasivas en la arqueología moderna. La posibilidad de hallar cámaras enterradas podría aportar nuevos datos sobre las prácticas funerarias y el urbanismo sagrado de la IV Dinastía. Queda por delante un camino prometedor de investigación complementaria que combine radar, resistividad y radiografía con muones, hasta lograr validar, datar y estudiar esos posibles corredores.
