El nuevo estándar Wi-Fi 7 (IEEE 802.11be) llega con promesas de velocidades de hasta 46 Gbps y una latencia ínfima. Sin embargo, en los iPhone más recientes su rendimiento apenas se distingue del de Wi-Fi 6E. La razón principal no reside en el estándar, sino en la forma en que Apple ha decidido implementarlo, limitando parte de sus funciones clave. Este artículo explica los motivos técnicos de esta diferencia, qué impacto tiene en el uso real y qué se puede esperar de la adopción futura de Wi-Fi 7 en el ecosistema de Apple.
Qué promete realmente el estándar Wi-Fi 7
El estándar Wi-Fi 7, o IEEE 802.11be, nació como evolución de Wi-Fi 6/6E (802.11ax) para responder a la creciente necesidad de ancho de banda en aplicaciones exigentes como el streaming 8K, la realidad aumentada o los videojuegos en la nube. Según datos del IEEE, Wi-Fi 7 puede alcanzar velocidades teóricas cercanas a los 46 Gbps, multiplicando por más de tres las cifras máximas posibles con Wi-Fi 6E.
Su arquitectura técnica se apoya en varios avances fundamentales. Uno de ellos es el ancho de canal ampliado hasta los 320 MHz en la banda de 6 GHz, el doble de los 160 MHz de Wi-Fi 6E. A ello se suma una modulación 4096-QAM, que permite transmitir un 20 % más de datos por símbolo en comparación con los 1024-QAM de la generación anterior. Finalmente, la operación multi-enlace (Multi-Link Operation, MLO) posibilita la transmisión simultánea en varias bandas —2,4 GHz, 5 GHz y 6 GHz— para reducir la latencia y mejorar la estabilidad.
Tal como detalla Tom’s Guide, Wi-Fi 7 no busca solo más velocidad, sino también eficiencia espectral y menor interferencia en entornos saturados. En condiciones ideales, un sistema bien implementado podría ofrecer un rendimiento interno comparable al de una conexión Ethernet de 10 Gbps, lo que lo convierte en un estándar orientado al futuro de la conectividad doméstica y profesional.
Cómo lo ha implementado Apple en los iPhone más recientes
El análisis de Cult of Mac revela que, pese a estar certificados como compatibles con Wi-Fi 7, los iPhone 16 Pro y 17 Pro no ofrecen ventajas tangibles frente a los modelos con Wi-Fi 6E. El motivo principal es que Apple ha limitado el ancho de canal a 160 MHz, el mismo valor de la generación anterior, desactivando el uso pleno de los canales de 320 MHz que diferencian al nuevo estándar.
Los iPhone incorporan el chip de conectividad N1, capaz de manejar Wi-Fi 7, Bluetooth 6 y Thread, pero las pruebas realizadas muestran que las tasas de transferencia apenas alcanzan 1,5 – 2 Gbps, idénticas a las de Wi-Fi 6E en condiciones similares. Esto significa que el hardware está preparado para Wi-Fi 7, pero el software o la configuración del sistema lo restringen, dejando gran parte del potencial sin utilizar.
Apple podría haber optado por esta estrategia para mantener la estabilidad y minimizar el consumo energético. Las funciones avanzadas, como la modulación 4096-QAM y la agregación multi-banda completa, exigen un control térmico y eléctrico más preciso. Además, la compañía tiende a introducir gradualmente las mejoras para garantizar compatibilidad y extender la vida útil de los dispositivos. Sin embargo, esta prudencia también implica que el usuario no percibe mejoras reales en rendimiento o latencia.
Consecuencias para el usuario
Para la mayoría de usuarios, las diferencias entre Wi-Fi 6E y Wi-Fi 7 en los iPhone son prácticamente imperceptibles. En España, las conexiones domésticas oscilan habitualmente entre 300 Mbps y 1 Gbps, por lo que incluso Wi-Fi 6E supera con creces esas velocidades. En estas circunstancias, el cuello de botella no está en el estándar inalámbrico, sino en la velocidad del proveedor de internet.
La adopción de Wi-Fi 7 tiene sentido sobre todo en redes locales de alta capacidad, donde se transfieren archivos de gran tamaño entre dispositivos o se gestionan sistemas multimedia complejos. En entornos así, y con equipos que implementen plenamente el estándar, se pueden alcanzar entre 2 y 5 Gbps sostenidos. Pero en la mayoría de casos, la mejora es apenas un refinamiento marginal.
Apple ha preferido centrarse en la fiabilidad de la conexión. Su implementación parcial de MLO ayuda a reducir microcortes al alternar entre bandas, manteniendo estable el flujo de datos durante las videollamadas o la reproducción en streaming. Aun así, esto no se traduce en un aumento de velocidad perceptible, sino en una conexión más consistente.
Desde una perspectiva técnica, limitar el canal a 160 MHz puede considerarse lógico. Los canales de 320 MHz requieren entornos con bajo nivel de interferencia, difíciles de garantizar en zonas urbanas densas. Con ello, Apple sacrifica pico de rendimiento a cambio de robustez y autonomía energética, una decisión coherente con su enfoque tradicional.
El iPhone 17 como ejemplo de implementación contenida
El iPhone 17 simboliza bien este enfoque. Su chip N1 es plenamente compatible con Wi-Fi 7, pero las pruebas citadas por Cult of Mac confirman que la velocidad efectiva se mantiene en torno a 1,8 Gbps, idéntica a la del iPhone 15 Pro con Wi-Fi 6E. El hardware, por tanto, no es el obstáculo; lo son las restricciones impuestas a nivel de firmware o software.
Esta limitación puede responder a una estrategia comercial: reservar la activación completa del estándar para futuras versiones del sistema operativo o para los modelos de próxima generación. En cualquier caso, demuestra que el salto a Wi-Fi 7 en los dispositivos de Apple es aún más simbólico que funcional.
La adopción plena del estándar requerirá tiempo. Hasta que tanto los routers como los dispositivos cliente utilicen simultáneamente canales de 320 MHz y MLO completo, la experiencia no diferirá demasiado de Wi-Fi 6E. Los usuarios que compren routers Wi-Fi 7 ahora probablemente estén invirtiendo en futuro más que en una mejora inmediata.
Lo que se puede esperar a medio plazo
Conviene entender Wi-Fi 7 como una base tecnológica en consolidación más que como un salto instantáneo. Los routers de gama alta de fabricantes como Asus, TP-Link o Netgear ya ofrecen compatibilidad total, pero el número de clientes capaces de aprovecharla sigue siendo escaso. Según el estudio IEEE 802.11be Wi-Fi 7: Feature Summary and Performance Evaluation, las mejoras reales en rendimiento pueden alcanzar un 50 % frente a Wi-Fi 6E solo si todas las funciones están activas. Con implementaciones parciales, la ganancia se reduce al 10 – 15 %, lo que coincide con los resultados observados en los iPhone recientes.
En los próximos años, la evolución del software, la optimización energética y la expansión de routers con soporte completo irán permitiendo que Wi-Fi 7 despliegue todo su potencial. Hasta entonces, seguirá siendo una tecnología en fase de madurez temprana.
Reflexión final
El caso de los iPhone con Wi-Fi 7 demuestra que las especificaciones técnicas no siempre se traducen en mejoras perceptibles. Aunque la norma 802.11be aporta una arquitectura más avanzada, su implementación parcial en los teléfonos de Apple deja gran parte de su capacidad latente. No hay deficiencia técnica, sino una estrategia deliberada que prioriza estabilidad, autonomía y compatibilidad.
Para el usuario medio, Wi-Fi 6E sigue siendo más que suficiente. Pero para los entusiastas que esperaban experimentar velocidades de varios gigabits, la conclusión es clara: los iPhone aún no aprovechan plenamente el potencial de Wi-Fi 7. El hardware está preparado, pero la experiencia práctica aún no ha llegado a ese nivel.
536