La irrupción de la inteligencia artificial en nuestra vida diaria ha suscitado una pregunta fascinante: ¿puede la IA tener un verdadero sentido del humor? Aunque los modelos lingüísticos como ChatGPT pueden generar chistes graciosos, la polémica gira en torno a si comprenden la broma o simplemente imitan patrones aprendidos. Investigadores y expertos señalan que la IA carece de intenciones, empatía y emociones compartidas con el público; elementos clave del humor humano. Diversos estudios muestran que, si bien la IA puede igualar o incluso superar a humanos en algunos tests de generación de humor, muchos encuentran los chistes menos efectivos una vez revelado el origen artificial. En definitiva, aunque la IA ha avanzado mucho en crear humor ‘de lata’, aún está por demostrar que pueda poseer creatividad auténtica y sensibilidad cultural al nivel humano.
Este artículo profundiza en estas cuestiones desde distintas perspectivas: capacidades técnicas, limitaciones emocionales y sociales, avances prácticos y el futuro del humor computacional.
Introducción: ¿humor programado o espontáneo?
Los modelos de lenguaje generativo, como ChatGPT, pueden reproducir bromas basadas en patrones lingüísticos o plantillas conocidas. En ocasiones, estudios incluso han hallado que algunos chistes generados por IA fueron valorados como igual de divertidos o más que los de humanos cuando los evaluadores no sabían su origen.Sin embargo, existe debate sobre si esa efectividad se mantiene cuando se sabe que la broma procede de una máquina.
La comprensión emocional y social que falta
El humor humano no sólo reside en la estructura lingüística, sino en entender el contexto social, las emociones y los valores compartidos. Según expertos, un sistema de IA nunca experimenta emociones ni puede “jugar con significados” con intenciones detrás del chiste, lo que limita su humor auténtico. De hecho, algunas investigaciones indican que, al conocer que una broma fue generada por IA, el público tiende a valorarla como menos graciosa.
Avances técnicos en humor computacional
En las últimas décadas ha surgido un campo llamado humor computacional, que estudia cómo las máquinas pueden generar y reconocer chistes, especialmente basándose en la teoría de la incongruencia (expectativa subvertida). Algunas herramientas como Witscript o Witscript 2 combinan procesamiento lingüístico con algoritmos de un guionista experto, logrando hasta un 40‑46 % de aceptabilidad humana en tests de improvisación. Pese a estos progresos, la mayoría de los chistes recreados siguen siendo imitaciones algo predecibles.
¿El humor como indicador de inteligencia real?
Un enfoque reciente propone que entender y generar humor implica reconocer errores cognitivos —“bugs” en el modelo mental— y corregirlos, una forma sofisticada de auto‑debug que actúa como proxy de inteligencia general . Si una IA no detecta incongruencias o matices, podría pasar por alto desajustes éticos o culturales, lo cual tiene implicaciones también para su seguridad y alineamiento con valores humanos.
Conclusión
En resumen, aunque la inteligencia artificial ha mejorado enormemente en imitar el humor humano —generando chistes, explicándolos y en algunos casos sorprendiéndonos— aún le falta el componente emocional, intencional y cultural que define lo que consideramos verdaderamente gracioso. El humor computacional avanza, pero en muchos casos se queda en la superficie. Mientras no pueda sentir, reconocer valores compartidos o adaptarse al cambio social, seguirá siendo una herramienta más que un auténtico cómico.
