El Antigravity A1 llega con el propósito de cambiar la forma en que grabamos desde el cielo. Este dron, desarrollado con la experiencia de Insta360, ofrece vídeo en 360 grados con resolución 8K, lo que permite capturar todo lo que rodea al aparato sin puntos ciegos y reencuadrar después en edición. Con un peso de sólo 249 gramos, un diseño plegable y controles que usan un mando por gestos junto a gafas FPV, busca ser accesible tanto para creadores como para personas sin experiencia. En este artículo exploramos qué ofrece exactamente, sus puntos fuertes y también sus limitaciones, y lo que supone para los que piensan usarlo para vídeo, viajes, redes sociales o producción audiovisual.
Qué es el Antigravity A1 y qué lo hace especial
El Antigravity A1 se presenta como el primer dron “todo en uno” capaz de grabar vídeo 360 grados en 8K. Su formidable carta de presentación incluye un sistema de cámara dual, con lentes situadas en la parte superior e inferior del fuselaje, cada una capturando una semiesfera. Un algoritmo de stitching (unión de imágenes) fusiona ambas visiones en una única toma esférica: el resultado es un vídeo completo del entorno, con ningún “punto muerto”, y lo más llamativo —el dron desaparece del cuadro final.
Al registrar todo lo que hay alrededor, el usuario puede “volar primero, encuadrar después”: captar el entorno completo y, ya en tierra, decidir desde qué ángulo mostrar la escena. Esa flexibilidad permite crear vídeos envolventes: planos cinematográficos, panorámicas dinámicas, efectos como “Tiny Planet”, cambios de perspectiva en posproducción… todo a partir de una sola pasada.
Más allá de la cámara, el diseño del dron es muy cuidado. Su peso es de sólo 249 gramos, lo que lo coloca bajo el umbral legal que exime de muchos requisitos en normativas de drones (tipo registro, licencias, etc.).Además es plegable, compacto y fácil de transportar —ideal para creadores en viaje, documentalistas, viajeros o casual users que quieran llevarlo sin complicaciones.
Por si fuera poco, la experiencia de pilotaje se aleja del tradicional mando de dos sticks: el A1 funciona con un controlador de movimiento (Grip controller) combinado con gafas (Vision goggles) que permiten ver en tiempo real lo que capta el dron. Basta apuntar con la mano en la dirección deseada y usar un gatillo para controlar la velocidad. Esa interfaz gestual —denominada “FreeMotion” por la marca— facilita el vuelo incluso a quienes nunca han pilotado un dron.
Por tanto, el Antigravity A1 articula una propuesta técnicamente ambiciosa: grabación inmersiva, filmación versátil, portabilidad y un sistema de control pensado para simplificar la curva de aprendizaje.
Prestaciones técnicas: ventajas y detalles concretos
Desde el punto de vista técnico, el A1 ofrece varias cifras relevantes:
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Resolución máxima de vídeo: 8K a 30 fps. También soporta 5.2K y 4K a mayores tasas de fotogramas según el tipo de grabación.
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Sensores: cámara dual con sensores de tamaño 1/1.28 pulgadas, que permiten captar amplio campo de visión y buena calidad de imagen.
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Peso: 249 g —lo que facilita la regulación legal y mejora la portabilidad.
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Control y visualización: gafas Vision con pantallas de alta resolución (micro-OLED), y Grip controller con control por movimientos.
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Estabilización y software: gracias al legado de Insta360, el procesado de imagen y el stitching garantizan que el dron desaparezca de la grabación, produciendo imágenes limpias y bonitas.
Estos atributos colocan al A1 en una categoría elevada: permite generar contenido de tipo inmersivo, cinematográfico o estilo “viaje-documentalista” sin necesidad de múltiples vuelos, edición compleja en rodaje o equipo pesado. Para un creador de contenido, un viajero o un fotógrafo/videógrafo aficionado, es una herramienta potente: con un solo vuelo puedes obtener tomas que, de otra forma, requerirían varias cámaras, distintos ángulos o un dron más complejo.
Puntos débiles y lo que conviene tener en cuenta
Pero no todo es perfecto. Las primeras pruebas reales del A1 revelan algunas limitaciones importantes —algo habitual en aparatos tan innovadores. Por un lado, aunque la experiencia de vuelo con el mando por gestos resulta atractiva e intuitiva, muchos pilotos han indicado que puede sentirse “torpe” o imprecisa: la respuesta no es tan fluida como la de un mando tradicional, y la sensación de control —especialmente en maniobras complejas o FPV rápido— depende mucho de la práctica.
Además, el conjunto completo —dron, gafas, control, baterías— implica un desembolso notable, dado que el paquete no es sólo un dron, sino un sistema completo de grabación y pilotaje.
Por otro lado, aunque se habla de 24 o incluso hasta 39 minutos de autonomía en algunos escenarios con batería de alta capacidad bajo condiciones ideales, esta cifra podría variar en vuelo real. Las condiciones ambientales —viento, temperatura, peso extra— suelen afectar ese dato, por lo que no conviene considerarla garantía absoluta.
En entornos exigentes —vuelos prolongados, viento, filmaciones profesionales— el A1 puede requerir planificación cuidadosa y posiblemente baterías extra, lo que añade complejidad. Y aunque el dron está diseñado para ser “invisible” en la grabación gracias al stitching, esa función depende del software; en según qué condiciones lumínicas o de paisaje podrían aparecer artefactos, desenfoques, uniones imperfectas —algo común en sistemas de cámara 360.
Qué representa el Antigravity A1 para creadores y usuarios
Para un creador de contenido actual —sea fotógrafo, videógrafo, cineasta aficionado o simplemente alguien que hace vídeos para redes sociales — el Antigravity A1 abre nuevas posibilidades. Con un solo vuelo y una sola grabación puedes luego reencuadrar desde distintos ángulos, crear tomas dinámicas, panorámicas envolventes, secuencias FPV inmersivas o efectos creativos sin tener que planificar cada toma durante el vuelo. Es un ahorro de tiempo, logística y recursos.
Para viajeros o personas que documentan experiencias visuales —paisajes, entornos naturales, viajes, eventos— el A1 ofrece versatilidad: la ligereza, el tamaño compacto y el vuelo sin complicaciones lo convierten en compañero ideal. No necesitas ser piloto profesional, y la curva de aprendizaje es más suave que con drones tradicionales.
En entornos profesionales, aunque quizá no sustituya de inmediato a drones de cine con gimbals pesados o cámaras profesionales, puede complementarlos. Su uso podría servir en rodajes de tipo documental, vídeo promocional, grabación de entornos completos, “behind the scenes”, tomas amplias o creativas, donde la flexibilidad de 360° marque la diferencia.
Conclusiones y reflexiones finales
El Antigravity A1 no es un dron convencional. Se trata de un experimento ambicioso que fusiona la tecnología de cámara 360, experiencia en edición de vídeo inmersivo y pilotaje intuitivo. Técnicamente, su sistema de doble lente, sensor de 1/1.28″, resolución hasta 8K, peso ultraligero de 249 gramos y controles por gestos representan una apuesta seria por democratizar la grabación aérea envolvente.
Pero como todo dispositivo pionero, tiene aspectos a mejorar: la naturalidad del control, la dependencia del stitching para ocultar el dron, la autonomía real en uso intensivo, y un precio que puede ser elevado si consideramos que no es solo un dron, sino una plataforma completa de grabación.
En definitiva, el Antigravity A1 destaca por ofrecer una nueva perspectiva: “capturar todo” para decidir después qué mostrar. Esa filosofía —vuela primero, encuadra después— puede representar una forma diferente de concebir la fotografía aérea y el vídeo. Si eres de los que busca creatividad, flexibilidad, contenido envolvente o simplemente una forma distinta de volar, merece mucho la pena seguirle la pista. Si en cambio buscas precisión absoluta, control milimétrico o la máxima autonomía, quizá convenga esperar una generación futura o optar por drones más clásicos.
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Según la revisión que han hecho en engadget, el Antigravity A1 es un dron innovador que destaca por su enfoque en video 360° y controles intuitivos, aunque aún presenta limitaciones técnicas.
El debut de Antigravity con el A1 ofrece una experiencia FPV única, combinando cámaras de 8K 360°, gafas OLED y un controlador gestual que transforma el vuelo en algo parecido a un videojuego. Su ligereza (249 g) facilita el uso sin tantas restricciones legales y la edición móvil es muy potente.
Sin embargo, la configuración inicial es engorrosa y la calidad de video no alcanza a drones más especializados. Aun así, es un producto divertido y diferente