DoorDash es una de las mayores plataformas de reparto de comida a domicilio en Estados Unidos, fundada en 2013 en San Francisco. Opera como intermediario entre restaurantes, repartidores y clientes, gestionando pedidos a través de su aplicación móvil. Con presencia en más de 7000 ciudades de Norteamérica y algunos mercados internacionales, la compañía se ha consolidado como un actor clave en la llamada “última milla” logística, es decir, el tramo final que conecta el pedido con el consumidor. En este contexto, DoorDash no se limita a los envíos con repartidores humanos, sino que también experimenta con drones y vehículos autónomos para optimizar tiempos y costes.
Dot es el nuevo robot de entrega autónomo que DoorDash acaba de presentar, con la idea de llevar pedidos desde el restaurante hasta el cliente sin conductor humano en los tramos finales del reparto. Tiene ruedas, sensores lidar, cámaras y una estética llamativa con luces LED que simulan “ojos”. Puede transportar hasta 13,6 kg, lo que equivale a varias cajas de comida, y se desplaza por aceras o carriles bici alcanzando velocidades de hasta 32 km/h en vías rodadas, mientras que reduce la marcha al cruzar zonas peatonales. El robot mide aproximadamente 1,37 m de altura y pesa alrededor de 159 kg. El lanzamiento inicial se prueba en Phoenix, con la ambición de extenderlo a más ciudades si los resultados son favorables, según detalla CNBC.
Este proyecto se enmarca en un paso más allá en la estrategia de DoorDash, que está evolucionando hacia una plataforma de logística multimodal, integrando envíos a través de repartidores humanos, drones y robots según el tipo de pedido y la ubicación. La idea es que no todos los envíos requieren un vehículo de gran tamaño, lo cual permite optimizar costes, reducir emisiones y agilizar trayectos. Algunos retos que se plantean incluyen la integración del robot con el restaurante, el control preciso del traspaso del pedido, la navegación autónoma en entornos urbanos con obstáculos dinámicos y el cumplimiento de normativas locales de uso de vía pública. Aun así, DoorDash confía en que puede mejorar la eficiencia del último tramo del reparto sin imponer sobrecostes a los clientes.
Cómo funciona Dot: tecnología, sensores y capacidades
Dot es un robot de cuatro ruedas equipado con sensores lidar, cámaras, unidades de procesamiento local y sistemas de comunicación. Gracias al lidar (Light Detection and Ranging), Dot puede mapear su entorno en tiempo real, detectar obstáculos, estimar distancias y clasificar objetos como peatones o bicicletas. Las cámaras complementan ese mapeo con visión en color, necesaria para reconocer señales, puertas y objetos estáticos o móviles. El software combina planificación de trayectos con toma de decisiones instantáneas: si aparece un peatón en su camino, Dot debe detenerse, recalcular la ruta o esperar.
La carga máxima de 13,6 kg permite transportar varios paquetes de tamaño medio. En términos prácticos, ese límite hace que los pedidos asignados al robot sean pequeños o combinables. En muchos casos podría asumir la última milla de un pedido de comida, complementando el transporte previo con vehículos más grandes.
Dot puede moverse tanto por aceras como por carreteras. Cuando circula en vía rodada, puede usar carriles bici a una velocidad de hasta 32 km/h. Al entrar en zonas peatonales, reduce su velocidad para adaptarse a las normas de convivencia. Esta transición exige que el sistema controle aceleraciones, frenadas y giros con suavidad, evitando movimientos bruscos que pudieran poner en riesgo a terceros.
Otro detalle técnico es la transferencia con el restaurante. Dot puede acercarse directamente a la puerta de salida del local para que el trabajador de cocina deposite el pedido dentro del compartimento sin que el robot deba detenerse mucho tiempo. Esto optimiza el tiempo invertido en la operación y reduce errores logísticos.
El robot mide 1,37 m de altura y pesa 159 kg sin carga. Esa relación entre masa y velocidad exige que el sistema de frenos, el control de tracción y la estabilidad estén bien calibrados para detenerlo con margen de seguridad incluso si viaja cargado. Además, la autonomía energética debe cubrir el trayecto de ida y vuelta más posibles desvíos, lo que implica baterías con capacidad suficiente y una gestión de consumo eficiente.
DoorDash ha subrayado que uno de los grandes desafíos es el sistema extremo a extremo, ya que no basta con que el robot se desplace: también debe integrarse al restaurante, al cliente y al ecosistema logístico en un flujo coherente.
Fortalezas, limitaciones y comparación con otros robots
La fortaleza principal de Dot es su diseño pensado para entornos mixtos —aceras y carreteras— y la intención de operar en zonas suburbanas, no solo en campus universitarios o recintos cerrados. Esa flexibilidad lo distingue de muchos robots de reparto actuales, que rara vez salen de zonas exclusivamente peatonales. En este sentido, Dot se acerca más al nivel de desafío que enfrentan los vehículos autónomos urbanos.
Otra ventaja es su integración con el ecosistema logístico existente de DoorDash. Dado que la empresa cuenta con datos de rutas, patrones de pedidos y demanda, puede asignar robot o humano a cada entrega según optimización de recursos, minimizando costes. Además, al reducir el uso de vehículos grandes para entregas pequeñas, podría limitar el impacto de tráfico y emisiones en zonas densas.
Sin embargo, Dot enfrenta limitaciones relevantes. Su capacidad de carga es reducida, lo que lo hace poco apto para pedidos voluminosos. Su incapacidad para sortear escaleras, desniveles grandes o entrar en edificios restringe su radio de acción a la vía pública. Además, la normativa de movilidad varía entre ciudades: en muchas, permitir un robot autónomo rodando por la acera o cruzando calles exige permisos especiales. También existe el reto de interactuar con peatones y bicicletas de manera segura, ya que estos usuarios pueden tener comportamientos impredecibles.
En comparación, DoorDash ya colabora con Coco Robotics en Los Ángeles y Chicago con robots más pequeños para trayectos de 1 a 3 km, donde completaron más de 100 000 entregas durante pruebas piloto, según Supermarket News. También hay iniciativas como Robomart, que desarrolla robots con capacidad de hasta 227 kg para varios pedidos simultáneos, como comenta TechCrunch. Estas alternativas muestran que el mercado explora nichos distintos: desde la entrega ligera y rápida de Dot hasta los robots de alta capacidad.
Un reto común en todos estos sistemas es la precisión en el posicionamiento. Si Dot circula a 32 km/h y detecta un obstáculo repentino a 5 m, debe frenar en menos de 0,15 s para evitar el impacto. Esto implica una latencia mínima en la detección y una respuesta inmediata de los frenos. Además, el consumo de energía no se limita al movimiento: lidar, cámaras y procesadores requieren un suministro constante y estable.
Reflexiones finales
Dot representa una apuesta concreta para el último tramo de entrega: un robot capaz de adaptarse a entornos mixtos y asumir pedidos pequeños. Sin embargo, que un robot pueda moverse de forma autónoma no significa que resuelva todos los retos prácticos. Su éxito dependerá tanto de su rendimiento técnico como de la aceptación del público y las regulaciones locales.
El despliegue inicial será necesariamente limitado, con pruebas en ciudades piloto. Si Dot demuestra fiabilidad, bajo coste de mantenimiento y buena aceptación social, podrá expandirse. Lo más probable es un modelo híbrido, donde robots como Dot cubran entregas de baja carga en zonas urbanas, mientras que repartidores humanos se ocupen de pedidos complejos o pesados.
El coste de despliegue será determinante: sensores, hardware y software tienen un precio elevado. Si cada unidad no realiza un volumen alto de entregas, el retorno de la inversión será lento. Por ello, la clave está en maximizar la eficiencia logística y garantizar un uso intensivo.
En definitiva, Dot es un reflejo de hacia dónde puede evolucionar la entrega urbana: más autónoma, más eficiente y más ajustada a las necesidades de cada trayecto. Aunque aún queda mucho camino por recorrer, su desarrollo y las pruebas en entornos reales marcarán si este tipo de robots puede integrarse en el día a día de las ciudades.

DoorDash apuesta por la creatividad local con su nuevo programa para creadores de vídeos cortos, una estrategia que busca enriquecer la experiencia del usuario y potenciar la visibilidad de los restaurantes.
Al permitir que los clientes vean platos reales antes de pedir, se mejora la toma de decisiones y se fomenta el descubrimiento gastronómico. Además, la función “Going Out” premia las visitas presenciales con recompensas, incentivando el consumo local.
Las nuevas integraciones de IA, como recomendaciones personalizadas y etiquetas inteligentes, consolidan a DoorDash como una plataforma híbrida entre delivery, guía gastronómica y red social.
Una evolución interesante del modelo tradicional de reparto