En los últimos meses han aparecido propuestas sorprendentes: el uso de drones para perseguir hurtos en comercios. La idea consiste en equipos autónomos o semiautónomos que, al detectar un robo o comportamiento sospechoso, puedan seguir al sospechoso incluso fuera del local y transmitir imágenes a las autoridades. Aunque todavía está lejos de convertirse en una práctica común, algunas empresas ya están desarrollando sistemas de este tipo, explorando la autonomía en vuelo, los algoritmos de seguimiento y los límites legales. En este artículo se explica cómo funcionan estos drones anti-hurto, qué desafíos técnicos enfrentan y qué implicaciones éticas conllevan. También se analiza un producto clave mencionado en las fuentes y se ofrecen reflexiones sobre su futuro en el ámbito de la seguridad en retail.

El contexto: por qué los drones aparecen en el combate al hurto en tiendas

El robo en comercios es un problema serio a nivel global. Las pérdidas por hurtos representan miles de millones en costes anuales, y las tecnologías tradicionales de vigilancia, como cámaras fijas o agentes de seguridad, tienen un límite: cuando el sospechoso sale del local, la capacidad de seguimiento disminuye drásticamente. Aquí surge la propuesta de drones capaces de proyectar una visión aérea y móvil, seguir al individuo e informar en tiempo real.

Según un reportaje de MIT Technology Review, estos drones se diseñan con cámaras de alta resolución y algoritmos de inteligencia artificial capaces de detectar comportamientos asociados a un robo, como ocultar artículos o moverse de forma irregular en la tienda. Una vez identificado el evento, el drone puede desplegarse para seguir al sospechoso, transmitiendo imágenes en directo a la seguridad del establecimiento.

Por otro lado Gizmodo señala que la compañía Flock Safety, conocida por sus sistemas de vigilancia basados en reconocimiento de matrículas, ya explora el uso de drones como parte de su infraestructura de seguridad. La idea es complementar las cámaras fijas con unidades móviles que se activen de inmediato tras un robo y sigan al individuo fuera del perímetro del local.

Este tipo de sistemas se apoya en varios componentes técnicos: visión computarizada para identificar personas específicas, planificación de trayectorias en tiempo real para sortear obstáculos urbanos, sistemas de comunicación de baja latencia (5G o Wi-Fi 6) y protocolos de seguridad que permitan al drone regresar de forma autónoma en caso de fallo de señal.

Drones de persecución: características técnicas y retos

El diseño de drones anti-hurto debe enfrentarse a varios problemas. La autonomía energética es crítica: para que un drone pueda mantener un seguimiento eficaz, necesita un mínimo de 20 a 30 minutos de vuelo, aunque lo ideal serían 45 minutos o más. Un modelo de 2 kg equipado con cámara de alta definición y transmisor de datos consume en torno a 200 a 300 vatios en vuelo continuo, lo que obliga a usar baterías de litio de alta densidad. Un aumento de 100 gramos en la carga útil puede reducir la autonomía entre un 3 % y un 5 %.

Otro desafío es la visión por computador. El algoritmo de seguimiento debe identificar al sospechoso en entornos con luz variable, multitudes y obstáculos visuales. Para ser efectivo, la latencia de procesamiento y transmisión no debe superar los 100 milisegundos; de lo contrario, el drone perderá la referencia del sujeto en cambios bruscos de dirección.

La navegación urbana también complica la operación. Los drones deben evitar árboles, cables, farolas o fachadas, lo que requiere sensores lidar o ultrasónicos. Además, el sistema debe integrarse con mapas de exclusión aérea, ya que en la mayoría de países está prohibido volar cerca de aeropuertos, hospitales o edificios sensibles.

En cuanto a comunicaciones, la transmisión de vídeo en alta definición demanda anchos de banda superiores a 10 Mbps, y una pérdida sostenida de paquetes superior al 5 % podría hacer inviable el seguimiento. Por eso, muchos de estos proyectos consideran redes 5G privadas o enlaces dedicados.

Finalmente, está la cuestión legal. Las leyes de privacidad y uso del espacio aéreo varían, pero en general el seguimiento de personas en vía pública mediante drones plantea tensiones legales y éticas. Aun cuando la intención sea combatir el hurto, grabar y perseguir ciudadanos fuera de un comercio puede entrar en conflicto con derechos fundamentales.

El caso de Flock Safety: integración de drones en la seguridad del retail

La empresa Flock Safety es actualmente uno de los nombres más citados en esta área. Su propuesta, destacada por Gizmodo, consiste en drones que se despliegan automáticamente cuando un sistema de cámaras detecta un robo. A diferencia de otros proyectos experimentales, la clave aquí es la integración con infraestructura ya existente: las cámaras de vigilancia sirven como desencadenantes, y el drone entra en acción en cuestión de segundos.

El atractivo es evidente: movilidad inmediata, imágenes aéreas en tiempo real y capacidad de seguir al sospechoso más allá del local. Si el sistema funciona según lo esperado, el tiempo de reacción desde la detección hasta el inicio de la persecución podría reducirse a menos de 10 segundos, una mejora sustancial frente a la dependencia exclusiva de guardias humanos.

Pero los riesgos también son claros. El drone puede quedarse sin batería en mitad de la persecución, la IA puede confundir a un inocente con un sospechoso y las limitaciones regulatorias pueden impedir que el dispositivo cruce ciertas calles. Además, la introducción de este tipo de vigilancia móvil puede generar rechazo social, especialmente si se percibe como una forma de acoso tecnológico.

Reflexiones sobre el futuro de la vigilancia con drones

El uso de drones contra hurtos en comercios se encuentra aún en una fase experimental. Tecnológicamente, los avances en autonomía de vuelo, inteligencia artificial y comunicaciones hacen cada vez más viable el despliegue de estas soluciones. Si los drones alcanzan 50 minutos de autonomía con carga útil y tasas de error de identificación inferiores al 1 %, podrían convertirse en una herramienta habitual de seguridad.

Sin embargo, el verdadero campo de batalla será legal y social. El público no siempre está dispuesto a aceptar que un comercio despliegue un drone para seguir a una persona por la calle, incluso si hay sospechas de robo. Las autoridades deberán definir protocolos estrictos: cuándo puede desplegarse un drone, qué límites tiene en espacio y tiempo, cómo se almacenan y utilizan las imágenes.

La disyuntiva será encontrar un equilibrio entre la necesidad de proteger comercios y la obligación de proteger derechos fundamentales. La experiencia con cámaras de videovigilancia demuestra que las tecnologías de seguridad tienden a expandirse con rapidez, pero también generan resistencia si se perciben como intrusivas.

En definitiva, los drones anti-hurto muestran el potencial de combinar movilidad aérea, inteligencia artificial y seguridad comercial, pero su consolidación dependerá menos de lo que la tecnología pueda lograr y más de lo que la sociedad esté dispuesta a aceptar.

198
Suscribirse
Notificación
0 Comments
Inline Feedbacks
Ver todos los comentarios
0
¡Aquí puedes dejar tus comentarios!x