Un radar móvil usado por las fuerzas ucranianas para detectar drones ha visto cómo su alcance se ha duplicado gracias a una simple actualización de software. La versión original de estos radares tenía un “modo de largo alcance” (long-range mode) que permitía detectar objetivos hasta unos 5 kilómetros. Tras las pruebas en terreno con operadores ucranianos, el nuevo parche extiende ese rango hasta aproximadamente 12 kilómetros. El cambio no requiere modificar el hardware: los mismos dispositivos ya desplegados pueden actualizarse en campo. Este aumento del rango mejora el tiempo de detección y, por lo tanto, el margen de respuesta para contramedidas, lo que puede resultar clave cuando los drones viajan a velocidades altas.
Contexto técnico y funcionamiento del parche
El radar en cuestión opera en modo móvil, lo que significa que puede ser trasladado, desplegado y reajustado con relativa rapidez, una ventaja táctica importante. En su configuración inicial, el “modo de largo alcance” permitía detectar drones pequeños o vehículos aéreos no tripulados (UAVs) hasta 5 km; esto dependía de la firma de radar del dron —es decir, su radar cross-section—, condiciones atmosféricas, ángulo de incidencia y nivel de interferencias. Con el nuevo parche de software se han modificado algoritmos de procesamiento de señal, filtros de ruido, calibraciones de sensibilidad y el umbral de detección de eco, de forma que ahora ese mismo hardware puede detectar los mismos UAVs a unos 12 km bajo condiciones similares. Esa mejora representa un incremento superior al 100 % respecto al rango anterior (de 5 km a ~12 km).
Los aspectos técnicos implican ajustes en parámetros como la ganancia del receptor, la capacidad de discriminar señales débiles frente al ruido térmico, la supresión de ecos falsos y la optimización de la relación señal-a-ruido (SNR). Se presume que se ha modificado la integración temporal de la señal, es decir, cuánto tiempo se acumulan muestras antes de decidir que hay un objetivo, lo que puede mejorar sensibilidad a costa de latencia o de requerir mayor procesamiento digital.
Detalles del caso ucraniano
En Ucrania, los operadores usan estos radares móviles para detectar drones tipo Shahed, que siguen rutas prolongadas y son capaces de operar en climas adversos. Los operadores reportaron que la nueva versión de detección permite anticiparse mejor, dado que un dron que con el rango anterior ya se encontraba relativamente cerca ahora puede ser detectado mucho antes, ganando segundos o incluso minutos para activar defensas. Esos segundos pueden marcar la diferencia entre interceptarlo o permitir que alcance un objetivo.
El radar, originalmente calibrado para una sensibilidad que daba fiabilidad hasta 5 km, ha sido sometido a pruebas reales con condiciones de visibilidad variables, obstáculos parciales y presencia de ruido electromagnético. Los resultados muestran que con la actualización se mantiene un nivel aceptable de detección incluso ante pequeños UAVs, aunque con mayor retraso en la confirmación de tipo de objeto o velocidad cuando se opera al máximo alcance, por los límites inherentes del sistema.
Implicaciones operativas y ventajas
Una mejora de este tipo tiene múltiples efectos prácticos. Primero, permite desplegar unidades con menos dispositivos, ya que cada radar alcanza más lejos; segundo, reduce los puntos ciegos en los perímetros defendidos; tercero, mejora la eficiencia de la cadena de decisión en operaciones de defensa aérea o seguridad civil.
Desde el punto de vista técnico, los radares son ahora más adaptables: al no requerir hardware nuevo, los costes operativos se mantienen bajos, sólo se necesita asegurar que los equipos tengan la versión de software adecuada y que la calibración de fábrica o de despliegue permita aprovechar la nueva capacidad. También supone un reto en la logística del mantenimiento: asegurar que los parches sean fiables, que el software no degrade otras prestaciones, que el sistema de detección de falsos positivos continúe estable, etc.
Comparaciones con desarrollos similares
Un desarrollo que guarda similitudes es el del radar IRIS de Robin Radar Systems, que también ha obtenido un aumento significativo del rango de detección para enfrentar drones como los Shahed. En este caso, la compañía confirmó que la mejora se logró únicamente mediante software y que el rango pasó de unos 5 km a 12 km tras pruebas reales en Ucrania.
Según el reportaje de Ars Technica, la prueba en situación de combate demostró que los radares podían prácticamente doblar su rango mediante ajustes en el procesamiento; lo que antes detectaba a 5 km ahora lo hace a 12 km bajo buenas condiciones.
En la misma línea, United24 Media destacó que la experiencia en Ucrania está impulsando mejoras de software que casi triplican el alcance de sistemas ya existentes, confirmando la importancia de la retroalimentación en escenarios de combate.
Reflexiones adicionales
Este caso demuestra cómo en sistemas de defensa (y en general en tecnología militar o de seguridad) no siempre se necesita renovar hardware para mejorar capacidades: buena parte del potencial reside en el software y en su optimización. Al aumentar la detección anticipada, se mejora la respuesta operativa, pero eso también implica ajustar los protocolos de alerta, el entrenamiento del personal y las cadenas de mando para sacar partido de los segundos extra que ofrece.
Otro punto a tener en cuenta es la resiliencia: cualquier mejora que dependa únicamente de software es más fácil de distribuir, parchear, replicar y ajustar ante nuevos retos (por ejemplo, drones más pequeños, con menor firma radar o mayor maniobrabilidad). Pero al mismo tiempo, los límites físicos siguen presentes: cuanto menor es la firma de radar del dron, peor será la detección al margen superior del rango, y factores ambientales como lluvia intensa, niebla u obstáculos estructurales siguen afectando.
Además, esta mejora abre preguntas sobre cómo responden los fabricantes ante el feedback directo de usuarios finales, especialmente en zonas de conflicto donde el uso real revela carencias no previstas en condiciones de laboratorio. También plantea la cuestión de la interoperabilidad: cómo se integran estos radares con otros sensores, sistemas de intercepción y control de tráfico aéreo.
