La física cuántica pone en entredicho algunas de las creencias más fundamentales sobre la realidad. Durante siglos, hemos asumido que el mundo está compuesto por “cosas” individuales con propiedades definidas e identidad propia. Sin embargo, el comportamiento cuántico contradice esta visión: las partículas no tienen existencia independiente, sus propiedades dependen del contexto de medición y, en muchos casos, ni siquiera pueden distinguirse entre sí. Esta perspectiva radical reconfigura nuestra ontología, proponiendo un universo donde lo fundamental no son los objetos, sino las relaciones y estructuras. Los conceptos de identidad, separación y sustancia pierden validez en este nuevo marco. Desde la no-separabilidad hasta la indistinguibilidad, la física cuántica desmantela la noción clásica de lo individual. Estas ideas se desarrollan en el ensayo publicado el 25 de julio de 2025 por Olimpia Lombardi en IAI News, donde se cuestiona si realmente existen “cosas” en el mundo físico.
Ontología clásica frente a realidad cuántica
La filosofía tradicional sostiene que la realidad está compuesta por individuos definidos que poseen propiedades que los distinguen. Estos individuos forman taxonomías y categorías gracias a predicados que expresan atributos constantes. Sin embargo, Lombardi argumenta que esta estructura se desmorona cuando entramos al mundo cuántico. Allí ya no hay objetos separados ni atributos permanentes, sino fenómenos cuya identidad no está predeterminada: la incertidumbre impide definir simultáneamente ciertas propiedades, como posición y momento, y deshace la idea de objetos con identidad definida.
Cuatro desafíos cuánticos a la noción de “cosas”
Lombardi identifica cuatro rasgos de la física cuántica que socavan el concepto de entidad individual: incertidumbre, contextualidad, no-separabilidad e indistinguibilidad. La incertidumbre (principio de Heisenberg) impide valores definidos simultáneos; la contextualidad implica que el resultado depende del tipo de medición; la no-separabilidad (entrelazamiento) muestra que sistemas supuestamente distintos forman un todo inseparable; y la indistinguibilidad revela que partículas idénticas no tienen identidad propia. Así, no hay «cosas» definidas sino un campo de relaciones potenciales.
Una realidad estructural más que material
Como señalan también otros autores en IAI, no existen partículas o campos definitivos, solo estructuras relacionales. Lombardi coincide con esta visión: lo que persiste no son objetos, sino el patrón de relaciones cuánticas que trasciende cualquier “individuo”. La realidad se entiende menos como construcción de piezas y más como un patrón global que toma forma solo en interacción con el observador o sistema experimental.
Implicaciones filosóficas y conceptuales
La propuesta de Lombardi no es una metáfora: redefine nuestra manera de entender el ser. Si no hay cosas separadas, la distinción entre sujeto y objeto, causa y efecto, o incluso local y global, pierde sentido clásico. Se abre un nuevo debate sobre si nuestra comprensión del mundo debe basarse en categorías dinámicas, relacionales y emergentes. Esto tiene implicaciones tanto para la filosofía de la ciencia como para la ontología moderna al cuestionar las bases mismas de cómo clasificamos y percibimos el mundo.
Conclusión
La reflexión de Olimpia Lombardi demuestra que la física cuántica no solo cambia nuestras ecuaciones, sino que desmantela nociones centenarias del realismo ontológico. Al evidenciar que no existen cosas separadas, sino un entramado indivisible de potencialidades, promueve una visión del mundo como fenómeno relacional y emergente. Esta perspectiva invita a repensar no solo la ciencia, sino también la filosofía, el lenguaje y la manera en que construimos sentido ante la realidad.
